Hay quien, como dicen que hacían en los viejos pueblos del sur -y ni qué decir tiene en los viejos pueblos del sur de Italia...-, ya se ha sentado en el zaguán de su casa para ver pasar el próximo cadáver. No por nada, el local que hoy alcanza esta crónica parece tocado por una maldición: cuatro o cinco negocios de hostelería lo han ocupado en la última década. Ni uno solo ha logrado sobrevivir.

Pero frente a ese maleficio emergen con fuerza tres ilusiones: los sueños entrelazados de Iñaki Navarro, Gloria Gutiérrez y Roberto de la Peña, quienes suman sus más de veinte años por barba de experiencia en hostelería para sacar adelante el negocio que ayer pusieron a andar: Zubi Zuri, en la desembocadura a la margen derecha del puente con el mismo nombre. Ellos están convencidos de que a la enésima será la vencida. Y saben cómo hacerlo, aunque no sean estos tiempos de aventuras.

Anuncian una adoración al vino -tienen una carta extensa como un Orinoco...-, a los pintxos y a las raciones, un santoral que tiene gran predicamento en estas calles. Carrilleras, morcilla, rabo, el sacrosanto jamón de jabugo y su admirada pariente lejana, la carne de guayú. Y anuncian además, escuche bien, Iñaki Azkuna, que abrirán sus puertas los 365 días del año; sin descanso para el placer. Y en la manga, como los viejos tahúres del Mississippi, guardan un as: la terraza que abrirán en breve, con vistas a la mar de Bilbao, es decir, a la ría. Será una recreación marina, con maromas tensas y gaviotas, que pinta como los ángeles.

Al estreno de ayer acudieron, entre otros, el arquitecto César Caicoya, Manu Martín, el radiofónico y sediento Iñigo Markinez, Javier Olaizola, Luz Maguregi, Elena Irusta, Iñigo Urtiaga, Ninón Hornes; Lilian González, Jessica Mendoza y Oiane Bilbao, atentas a la gestión de un rincón cosmético y estético en nombre de May Kay; Fernando Pedrosa ,en nombre de DEIA; Soraya Ruiz, Roberto Busto, la chica burbuja Itziar Corcuera, Óscar Briones, Alberto Madariaga, Ángel Alonso, Leroy Azkunaga, Izaskun Mandiola, Idoia Marañón, Ander Sagastizabal y un buen número de invitados, de viejos amigos que conocieron a los promotores de este sueño en otro lares, en el mexicano De boca madre o el ya clásico Alambique de Alameda Urquijo.

Una marea de visitantes pasó por el local, atraída por la fama de los regentes y la esperanza de que, al fin, alguien dé con el dardo en la diana. Entre ellos se encontraban María Ballesteros, Aitor Aguirre, Erika Burdian, Gonzalo Azkarate, Gontzal Mugica, Irati Blanco, Jessica Uribe, Winston Stark, tripulante de una vida bohemia que se dio de bruces con la fiesta y se sumergió en ella como si fuese su oficio de toda la vida, sin disimulo alguno, para trasegarse dos o tres cervezas, supongo que con ese nombre por pseudónimo; Mikel Orue, Ander Martín, Anne Iturregi, Cynthia Elosegi y una tropa de gente, en su inmensa mayoría joven, que hace pensar en que, al fin, caerá el muro.