Bilbao. Enrique Ruiz Flores se define como "un escultor imaginero". Tiene 46 años y lleva toda su vida esculpiendo imágenes religiosas. Una de sus últimas creaciones ha sido el paso del Santo Cristo de la Humildad, de la Hermandad de Begoña, que esta Semana Santa saldrá por primera vez con las seis imágenes del proyecto original. Ayer se desplazó a Bilbao desde su Córdoba natal para presentar la obra.

¿Desde cuándo se dedica a la imaginería?

Desde pequeño, desde que salí de la Escuela de Arte de Córdoba.

¿Por qué eligió este oficio?

Porque siempre me ha gustado y en Andalucía hay mucha tradición.

¿Hay que ser muy religioso para ser imaginero?

Yo creo que sí. A una persona que no sea cristiana le costaría mucho hacer un Cristo que llame a la devoción. En eso precisamente radica la diferencia entre la imaginería y la escultura civil. Uno ve una escultura en bronce de un personaje histórico y no se le mueve el alma. Sin embargo, las imágenes religiosas deben llamar a la oración y ser emocionales.

¿Cuál es el secreto para conseguirlo?

Divinizar la escultura. Si no eres cristiano puedes hacer una imagen muy bonita, pero no emociona. Hay imágenes que son muy emocionales y otras que se mueren de polvo en la esquina de una iglesia.

¿Cómo entró en contacto con la Hermandad de Begoña?

Por casualidad. En 2001 hice una Virgen con un Cristo en brazos para un pueblo de Córdoba y dio la casualidad de que un familiar de la hermandad, que estaba allí, era de aquí, de Bilbao. A raíz de eso me pusieron en contacto con Joseba (presidente de la Hermandad de Begoña, ya fallecido) y me habló del proyecto del Santo Cristo de la Humildad. Desde entonces he venido mucho a Bilbao.

¿Qué otros trabajos ha realizado para la Hermandad de Begoña?

La Virgen de Begoña Peregrina. La hice basada en un estudio, pero el paso lo hizo otro artesano, un orfebre.

¿Con qué material trabaja para esculpir la imágenes?

Con madera de cedro.

¿Por qué?

Porque es más noble que otras maderas. No le ataca la polilla, tiene la veta más fina y no le salen grietas como al pino flandes que utilizábamos antes.

¿Disfruta con su trabajo?

Sí, muchísimo. Yo soy de los que está deseando que llegue el lunes por la mañana para ir al trabajo. Para mí el taller es un oasis.

¿Les está afectando la crisis a los imagineros?

Sí, claro. También estamos pasando tiempos difíciles porque las cofradías no tienen dinero. Pero bueno, no me puedo quejar. Tengo trabajo.

¿De dónde recibe más encargos?

Pues es curioso, pero actualmente trabajo más para cofradías de fuera de Andalucía.

¿Cómo vive la Semana Santa?

Yo suelo salir de nazareno con mi mujer y mi hijo. Para mí es un momento mágico.

¿Por qué?

Porque uno va concentrado en sus pensamientos y oraciones. Es algo muy personal, muy íntimo.