"El efecto 'isla de calor' en Bilbao llega a valores superiores a los 3º"
Los espacios públicos de ciudades y municipios deben aprender a amoldarse a los escenarios climáticos extremos que se prevén para evitar, por ejemplo, el colapso de sus servicios. Efrén Feliú anima a las administraciones a repensar el diseño urbano para ganar calidad de vida
Derio. Precipitaciones más intensas, olas de calor frecuentes e inusitadas, crecidas del nivel del mar o, en el caso de Bilbao de la ría,… Estas son algunas de las amenazas a las que se enfrenta la villa pero también ciudades como París, Londres, Venecia, Helsinki, Gotemburgo o Estambul, por ejemplo, que estos días analizan de la mano de Tecnalia cuáles deberían ser las iniciativas a desarrollar por las administraciones municipales para adaptarse al futuro.
Con esto del cambio climático nos entra mucho miedo…
Es una reacción típica. El tema del cambio climático lleva una incertidumbre asociada. No sabemos lo que va a pasar, pero hay que analizarlo y pensar: si pasa qué puedo hacer.
¿Y qué se puede hacer?
No son actuaciones tan complicadas. Por ejemplo, tenemos un estudio de reurbanización de la plaza Indautxu que afecta a la vegetación y a la disposición del mobiliario urbano. De este modo, cambias el comportamiento térmico de la plaza.
¿Solo eso? ¿Mover marquesinas y cambiar árboles?
Y tener diferencias de 2 o 3 grados.
Y ese sería un paso para combatir lo que ustedes llaman 'efecto isla de calor'. ¿Qué es, por cierto?
Significa que la temperatura existente en el núcleo urbano y en determinados puntos de ese núcleo es mayor que la del entorno. Y eso se debe a la densidad urbana, la concentración de edificación y a los efectos que tiene ese entorno sobre la circulación del aire, la radiación solar y el sombreado de la vegetación. En determinadas zonas de Bilbao, en días y horas concretos, llega a valores superiores a los 3 grados centígrados. Y si a una ola de calor, con efectos adversos para la salud y concentración de contaminantes, le incrementas esos grados,...
Vamos, que es primordial actuar.
La adaptación al cambio climático es una política muy incipiente. La Comisión está empezando a apretar un poquito el acelerador. Hasta ahora todo se ha protagonizado por la reducción de emisiones y ahora se trata de prestarle atención a la otra cara de la moneda y es que si a pesar de la reducción de emisiones van a pasar cosas que ya estamos constatando, qué hacemos.
¿Y cómo lo ve usted?
Hay mucho que hacer. Hay impactos previsibles que se pueden gestionar desde las ciudades o con apoyo del Gobierno vasco.
¿Y cómo está situado Bilbao en esa carrera de adaptación climática?
Ha sido relativamente pionera a la hora de crear una oficina de cambio climático, desarrollar un plan de actuación con medidas bastante completas en lo relativo a reducción de emisiones... Y ahora, quizás es el momento de dar ese nuevo impulso que además coincide con la revisión y actualización del plan de lucha contra el cambio climático 2008-2012.
¿Alguna pista?
Lo primero, hacer un análisis de vulnerabilidad y ver dónde esos potenciales efectos adversos pueden ser más dañinos para reconsiderar cuestiones relativas al planeamiento urbanístico y el espacio público que no tienen porqué ser ni muy difíciles ni muy costosas. Adaptarse al cambio climático es, por ejemplo, prestar atención a la vegetación. Con pequeños cambios puedes generar mayor confort térmico. Según estudios internacionales se puede llegar a reducir más de un grado.
Pero en temas de planificación Bilbao está ya…
Sí, sí. No habrá nuevos desarrollos salvo excepciones como Zorrotzaurre, pero está realizando la revisión del Plan General de Ordenación Urbana y habrá intervenciones urbanas, renovación de espacio público, reurbanizaciones… y en todos esos sitios hay que mirar con las gafas de adaptación al cambio climático.
¿Las inundaciones de 1983 fueron un punto de arranque para esta concienciación de la administración local?
Obviamente, sí. Bilbao es una ciudad que está más preparada que otras en este sentido. Aquello supuso un punto de inflexión a nivel de planificación urbana, de gestión hidrológica y, desde aquel entonces, los eventos de precipitación extrema habidos no han generado daños cuantiosos.
¿Por eso Bilbao ha sido elegida?
Su gran transformación urbana y eventos como las inundaciones del 83 la hacen una ciudad interesante sobre cómo mirar a esa transformación desde los ojos de la adaptación. A pesar de no ser una megápolis está en el mapa. Por eso está siendo caso de estudio en proyectos europeos sobre adaptación al cambio climático en los que Tecnalia participa.