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Fallece Jesús Garitaonandia, rector de la basílica de Begoña

El sacerdote durangarra, de 75 años, se había sometido a una intervención

Bilbao. La Amatxu de Begoña y su basílica le echarán en falta. Ayer, Jesús Garitaonandia, su rector desde 2008, falleció a los 75 años, al complicarse una intervención quirúrgica a la que se había sometido recientemente. Su funeral tendrá lugar el próximo sábado a partir de las 12.00 horas en la basílica de Begoña. Garitaonandia ha sido un clérigo especialmente sensible con los temas sociales, que apostaba por "una iglesia muy apegada a los problemas del pueblo". Con su muerte, la iglesia vizcaina pierde a un integrante ilustre, mientras que DEIA se queda sin uno de sus más fieles colaboradores.

Nacido en Durango en 1937, Garitaonandia pronto sintió la llamada de Dios. Empezó como monaguillo y, finalmente, cumplió la ilusión de su ama en 1963, cuando se ordenó sacerdote. Este año celebraba sus bodas de oro como sacerdote. Ahí comenzó la trayectoria eclesiástica de este hombre cercano al pueblo, honrado y crítico con las actitudes que creía injustas, ya fuera en la sociedad como en la iglesia. Las parroquias karran-tzarras de La Calera y Sangrices se convirtieron en los primeros testigos de sus sermones. "La cuestión no es tanto echar un gran sermón, sino saber conectar con quien tiene sus dudas acerca de Dios", proclamaba. También predicó en sus primeros años en la parroquia cántabra de Prado de Soba. Mientras tanto, Garitaonandia seguía formándose en la Universidad de Comillas en Teología Dogmática.

El mundo de la educación fue muy importante para él, ya que durante 18 años compaginó su actividad de párroco con la de profesor de religión en el instituto de Ondarroa. Allí, entre los años 1970 y 1988, se acercó a la juventud y percibió cómo los jóvenes veían el mundo religioso y la fe. "Hay gente joven que ha perdido la fe o que nunca la ha encontrado y, sin embargo, expresan una gran solidaridad en las ONG. Siguen el pensamiento de Jesús de otra manera", señalaba. Acabó su etapa como docente y tomó las riendas de la parroquia de Santa María de Zornotza entre 1988 y 1996.

Ese fue el paso previo a su desembarco en la basílica de Begoña en 1996. Llegó de la mano de Karmelo Etxenagusia, obispo auxiliar de Bilbao, quien le eligió como su sucesor en el cargo de párroco de la basílica. "Cuando Karmelo me llamó para suplirle, creía que me estaba tomando el pelo", recordaba. Le "asustó" la concesión de la parroquia de Begoña, pero la asumió con gran diligencia. Pronto se hizo conocido en la villa. La gente que le admiraba y le saludaba, hoy lamenta su muerte. Ya en 2006, pasó a ser rector de la basílica de Begoña, una labor que le mantenía inquieto. "Un santuario da mucho trabajo", reconocía. Ese santuario, desde hoy, echa de menos a este clérigo cercano a la sociedad.