Corren tiempos canallas. De crisis. Difíciles. Y hay quien dice que en este escenario a veces poco alentador, a veces chungo directamente, lo que se impone es el individualismo acérrimo, el sálvese quien pueda puro y duro. Pero va a ser que no; va a ser que todavía queda mucha gente que alza la bandera de la solidaridad y dedica su tiempo y su esfuerzo en echar un cable a aquellos que más lo necesitan. Porque creen que un mundo mejor es posible. Porque son adictos al buen rollo y al arte de arrimar el hombro en pos de la justicia social. Ayer, el palacio de la Diputación de Bizkaia fue un hervidero de esa gente guapa por fuera y por dentro que apuesta por la solidaridad. Y es que este fue el escenario de la entrega de los Utopia Sariak, unos galardones que otorga la Diputación a personas y organizaciones que trabajan en nuestro territorio en favor de quienes conviven con la discapacidad, la pobreza o el desamparo social.

La diputada de Acción Social, Pilar Ardanza, fue quien condujo esta vigésima edición de los Utopia Sariak, que entregó a los galardonados el diputado general, José Luis Bilbao. Mientras, fuera arreciaba la fría lluvia de noviembre, en el Salón de Recepciones del palacio se palpaba la calidez, el cariño que día a día ponen en su labor esos cabezotas maravillosos que se han empeñado en hacer de las utopías algo muy tangible. Muy real.

El acto comenzó con la actuación de la organización artística Despertar los Sentidos. Jóvenes bailarines interpretaron una coreografía de flamenco y danza contemporánea. Así, Aritz Zubieta, Saioa Larrea, Mikel Martija, Alberto Hermoso y Urtzi Urrutia mostraron su buen saber hacer en el baile bajo las dirección de Sara Ramírez y José Manuel Palacios.

El primero en recoger su galardón fue Miguel López, exgerente de Argia Fundazioa, que acudió acompañado por su mujer, Ángela Benito, su familia y su amigo y compañero, Víctor Urrutia. López hizo extensible el premio a los voluntarios que han pasado por Argia.

La asociación Asebi que apoya a personas afectadas de espina bífida, fue otra de las premiadas. Inés Orella fue la encargada de recoger el premio y estuvo arropada por Olaia Martín y Ane Aretxaga, Begoña Méndez, Juana María Sáenz y Andrea Folts. La centenaria Fundación Miranda, de Barakaldo, que atiende a personas mayores, obtuvo también su galardón, que recogió Jokin Perea. Acudieron con él Célia Gómez, Alberto Etxebarria, Estíbaliz Penas y Josu Garay, todos de la fundación. Y Pedro Fernández, que dedicó su vida a ayudar a los demás a través de entidades como Apnabi o Fevas, recibió este reconocimiento a título póstumo. Fue su viuda, Maite Iturregi, quien recogió este premio, y acudió arropada por sus hijos, Jon y Lide.

El diputado general, José Luis Bilbao, intervino cerrando el acto. Bilbao agradeció a los presentes su labor y apuntaló la apuesta de la Diputación de Bizkaia por la protección social. Y es que esta entidad foral ha triplicado en los últimos diez años el presupuesto del Departamento de Acción Social. Al acto no faltaron la diputada de Medio Ambiente, Irene Pardo; el diputado de Hacienda, José María Iruarrizaga, y la diputada de Cultura, Josune Ariztondo. Allí estaba Juan Mari Aburto, diputado de Presidencia, y Jon Andoni Atutxa, Ainara Aretxabaleta, Unai Rementaria, Zuriñe Arga-tza, Jon Larrea, Ana Esther Furundarena y Amaia Espinosa, apoderados en Juntas Generales. Y también asistieron Sergio Murillo, Xabier Legarreta, Iñigo Pombo y Andoni Rekagorri del departamento de Acción Social.