Karrantza
hACE treinta años, los ganaderos de Karrantza percibían 55 pesetas por cada litro de leche que después se distribuía en las tiendas y grandes superficies. Hoy, les pagan en torno a 27 céntimos. El sector agoniza en un valle de tradición ganadera en el que "todos los días lo deja alguien; si seguimos por este camino la ganadería de leche desaparecerá", según alerta el productor César Valera. Como tantos otros, no ha visto otra alternativa para mantener a flote el negocio familiar que prescindir de los intermediarios y distribuir ellos mismos los productos lácteos que elaboran en su caserío de Matienzo, siguiendo el ejemplo de la cooperativa Bizkaia Esnea y sus 56 miembros.
Su abuelo fue el primero en ganarse la vida ordeñando las vacas. La tercera generación, César, su compañera, su hermano y sus dos sobrinos han debido adaptarse al estallido de la crisis. "La industria está engañando a los consumidores. Nos exigen más calidad, pero ese incremento también debe reflejarse en el precio", defiende. Día tras día, escuchaban noticias de otras explotaciones que ni siquiera cubrían los costes de producción y se veían obligadas a poner dinero para no cerrar.
Así, se convencieron para hacer llegar directamente sus productos a los clientes. Ampliaron sus instalaciones con un nuevo pabellón destinado a la elaboración de quesos, ampliaron los contenidos de su página web y aparcaron en la puerta del caserío una furgoneta. En ella cargan todos los días la mercancía con destino a las tiendas de Enkarterri, Bilbao y los alrededores en las que distribuyen sus productos. El litro de leche del caserío Vista Alegre se comercializa a un euro y los quesos frescos y más o menos curados salen de Karrantza a 3,50 y 4 euros, "aunque el precio final de venta es algo más caro".
Menos cantidad, más calidad En las explotaciones ganaderas no existen los días libres, fines de semana ni festivos. A las 7.00 horas, César ya se encuentra en el establo ordeñando las vacas. Después, la leche se pasteuriza y se somete a varios controles sanitarios, al igual que los quesos ya listos para pasar a la cámara de maduración. "Tomamos una muestra de cada lote para cerciorarnos de que todo está bien", señala.
El caserío Vista Alegre ha llegado a contar con hasta 42 vacas, pero la cifra ha bajado. "Ahora mismo sacamos alrededor de 20 litros por vaca al día y hacemos 150 quesos a la semana. Es menos de lo habitual, precisamente, porque apostamos por seguir el procedimiento natural: lo que ahora se llama agricultura ecológica, pero que, en realidad, no es otra cosa que el modo de trabajo de nuestros padres y abuelos. Nos autoabastecemos, de forma que las vacas, las ovejas, cerdos o gallinas se alimentan de lo que generan nuestros pastos", cuenta César Valera.
Solo se han doblegado ante los adelantos tecnológicos que les permiten agilizar su trabajo. Por ejemplo, las máquinas para ordeñar que se utilizan dos veces al día y en las que pueden entrar hasta ocho vacas a la vez. Con todo, la jornada no termina hasta bien entrada la tarde, una vez que han limpiado a conciencia las instalaciones. Asumen que así debe ser para lograr la máxima calidad sin componentes artificiales... que "se debe pagar en el precio de venta".
El problema es que, tal y como van las cosas en el plano económico, no todos los bolsillos pueden gastar un euro por litro leche que caduca una semana después de abrirse. "Entendemos la situación, es lógico que quien lo pasa mal se fije en las ofertas de las grandes superficies", asiente el productor. Aun así, confían en capear el temporal mientras buscan actividades alternativas que les ayuden a cuadrar las cuentas al final del ejercicio.
El caserío Vista Alegre recibe a los colegios y personas particulares que quieran observar de cerca cómo se desarrolla la cadena productiva. "Si nos llaman con antelación podemos preparar la visita sin ningún problema. Nos gusta compartir nuestro trabajo con la gente y que nos planteen sus sugerencias. En definitiva, se trata de construir algo entre todos y que no se sientan obligados a comprar determinados alimentos simplemente porque no hay otra alternativa. Además, acercarse al campo es una gran experiencia para los que viven en núcleos más urbanos", defiende. Mientras, la furgoneta espera en la puerta, preparada para el próximo reparto.