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"Estar en Portugalete con Elai Alai es estar en casa"

Juan Antonio Urbeltz narra la "fraternal" relación que le une con el grupo jarrillero Elai Alai en su 50 aniversario

"Estar en Portugalete con Elai Alai es estar en casa"Iker Garaizabal

Portugalete

ESTANDO en un festival en Moravia (República Checa), a miles de kilómetros de Euskadi, Juan Antonio Urbeltz, director de Argia Dantza Taldea, recibió un regalo. La orquesta de uno de los grupos checos que participaba en el evento le paró y comenzó a tocarle una popular canción vasca. "Lo hemos aprendido en el Festival de Folclore de Portugalete", le dijeron los músicos al ver su sorpresa. "En ese momento descubrí el papel tan importante que hace Elai Alai para difundir el folclore vasco en el mundo", asegura el director. Corría el año 1983, aunque la relación de Urbeltz con el grupo de danzas jarrillero venía desde más lejos, concretamente desde el año 1966. Desde entonces, mantienen una relación que el guipuzcoano califica de "fraternal". "Estar en Portugalete con Elai Alai es como estar en mi propia casa", afirma.

Cuando tan solo llevaban unos años como grupo de dantzaris, en 1970, Juan Antonio Urbeltz entró en la vida del grupo de danzas Elai Alai, de Portugalete. Urbeltz, flamante director de Argia Dantza Taldea se quedó "maravillado" con el tesón de los dantzaris jarrilleros. Así comenzó una relación de hermanos entre el grupo donostiarra dirigido por Urbeltz (navarro de nacimiento) y el portugalujo. "Me quedé maravillado y quise ayudarles a que mantuvieran su propia identidad", cuenta. Entonces comenzó a transmitir sus conocimientos como antropólogo del folclore vasco a los miembros de Elai Alai. "En Argia comenzamos un trabajo muy arduo que hasta entonces no se había hecho nunca, que era recoger entre los pueblos los recuerdos en relación a la danza que tenían las personas mayores. Recomendé a la gente de Elai Alai que hiciera lo mismo, allí en Portugalete. Tenían una oportunidad perfecta para hablar con todas esas personas que antes de los años 70 habían bailado jotas. Ellos podían aportar con su sabiduría, su forma de moverse, una identidad propia a los dantzaris", explica.

Y así lo hicieron "Recuperaron el viejo Portugalete, el de las personas mayores que habían bailado mucho antes por esas calles", dice con un ápice de orgullo en la voz. Pero la relación de Urbeltz y Argia con Elai Alai no se quedó solo hay. Los portugalujos comenzaron a organizar el festival internacional de folclore que estos días llena la villa de color, música y baile. En su segunda edición "o tercera, ya no lo recuerdo bien", los donostiarras viajaron como uno de los grupos participantes. Urbeltz recuerda bien ese momento -aunque le bailen las fechas- . "Era enero", comienza su relato. "Y estaba nevando sobre los cientos de espectadores que se habían reunido ya entonces para ver el espectáculo", cuenta. "Respondimos a su invitación llevando lo mejor que habíamos hecho hasta el momento, el espectáculo Danzas de Gipuzkoa y Aires de Navarra. Todo ellos fue transferido a la sociedad de Elai Alai".

La escena volvió a repetirse el pasado sábado, en la inauguración de la edición número 38 del festival. Elai Alai quería que Argia, un grupo al que consideran como hermanos, volviera a subirse a su escenario más internacional. "Está vez hacía sol, menuda diferencia", apunta el director de Argia con un toque de humor. "Regresamos a Portugalete muy emocionados, con muchos recuerdos y ganas de dar lo mejor. Nos gusta mucho actuar en espacios abiertos porque nos permite interactuar con la gente y ofrecerles espectáculos de calidad". Pero en realidad, Juan Antonio Urbeltz nunca se ha mantenido alejado ni de Elai Alai ni de su festival internacional de folclore. Y es que desde que lo viera por primera vez en el escenario, no ha dejado de recomendar a diferentes grupos internacionales que él mismo descubría en los viajes que ha realizado junto a su mujer en busca de historias y nuevas figuras que aportar a su danza. "Ha habido varios grupos que yo he recomendado a Elai Alai porque me han parecido interesantes y que han terminado en el festival", reconoce. Por algo Urbeltz fue también, durante unos años, director de los Encuentros Internacionales en los que los participantes en el festival portugalujo traían documentos en los que detallaban las claves de sus propias culturas y tradiciones.

Entusiasmo y organización Si tuviera que escoger una palabra con la que definir la relación de casi 50 años que mantiene con los componentes y creadores de Elai Alai, Urbeltz escogería enriquecedora, aunque el término le parece tan manido que prefiere utilizar un sinónimo: "Ha sido estimulante". Y es que los portugalujos han bebido mucho de las enseñanzas e innovaciones de Argia, pero los donostiarras también han aprendido muchas cosas de los dantzaris de la villa jarrillera.

"Me fascina el entusiasmo y la capacidad de organización que tienen en Portugalete. No hay nada que se les resista", afirma. "Si tienes un problema, ellos ni se inmutan, sacan el libro de las soluciones y lo arreglan con muchísima profesionalidad", apunta. "En estas condiciones, incluso, hasta después de que muriera Franco era muy difícil crear un grupos de danza. En algunos lugares era más difícil que en otros, y Portugalete no era uno de los fáciles. Por eso, que hayan conseguido crear un grupo de dantzaris en Ezkerraldea, a la orilla de la ría, me parece un estímulo increíble para mí", asegura.

Insiste en que su relación en fraternal, pero va más allá. Son casi como hermanos mellizos. Ambos grupos, tanto Elai Alai como Argia se formaron al unísono. En 1962. Y por eso ambos se encuentran inmersos en su cincuenta aniversario. Sin embargo, los donostiarras no han preparado ninguna celebración especial para el acontecimiento. "Tengo tantas cosas en la cabeza que no me da tiempo ni de celebrar mi cumpleaños así que imagínate el de Argia", confiesa divertido.

Su actuación en Portugalete, subir de nuevo a ese escenario tan internacional, ha sido su mejor regalo. Y puede que vuelvan a repetirlo porque para Urbeltz, está tan bien organizado y gestionado el festival que le augura muchos años más de vida.

"Ahora el mundo está mal, la sociedad está mal. Pero si podemos seguir haciendo espectáculos así buenos, para que la gente pueda disfrutar con la danza, es que aún no estamos tan mal del todo".