BILBAO. El rastro de Dos de Mayo vivió ayer una nueva edición de lo que se está convirtiendo ya en todo un clásico de la villa cada primer sábado del mes. Discos, libros, productos de artesanía, antigüedades y hasta los artículos más modernos encuentran su espacio en una feria para la que el verano no es óbice para seguir fiel a su cita.

Abuelos, padres e hijos encontraron entre los múltiples puestos de este mercado diversos objetos de su interés. Además, la variedad de productos era ayer mayor que en otras ocasiones, puesto que varios vendedores debutantes se sumaron a esta iniciativa. La edición de ayer, por otra parte, era un mercadillo especial y es que, con la llegada del mes de julio, al igual que en otros comercios, en este rastro también hay rebajas. De esta manera, los amantes de las gangas y los chollos pudieron encontrarse como pez en el agua entre puesto y puesto.

Pero la vida de este original rastrillo urbano no acaba entre las ropas y productos que ofrecen los diferentes puestos. Otro de los grandes atractivos de esta cita estuvo en los bares del entorno de la calle Dos de Mayo. Estos establecimientos, una vez más, se sumaron a la fiesta y ofrecieron precios especiales a quienes visitaron sus barras entre las 10.00 y las 15.00 horas, horario de este mercadillo. Durante esas cinco horas, los bares abrieron una ruta de pintxo-poteo al mejor precio. Así las cosas, los consumidores pudieron encontrarse con que un zurito o un vino acompañado de un pintxo les costaba 1,5 euros. Este fue un precio atractivo y más con el sol y el calor que ayer a esas horas se había instalado en la villa y que bien pedía al cuerpo un refrigerio y un buen almuerzo.

De esta forma, el público no falló y volvió a llenar las aceras de la calle Dos de Mayo de colorido y actividad. Todo ello en una cita que es una muestra más de que Bilbao La Vieja no para, no se queda anclada en el tiempo y que sigue progresando con actividades que impulsan este espacio en el que el emprendizaje es la última moda.