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"Fui a su despacho de Algorta y le noté muy nervioso; me di cuenta de que había algo raro"

Un vecino de El Abanico fue el primero en sospechar de Azcorra e iniciaron una auditoría de las cuentas

"Fui a su despacho de Algorta y le noté muy nervioso; me di cuenta de que había algo raro"O. Martínez

Bilbao. Manu vive en una de las urbanizaciones que tenía contratado a Iñaki Azcorra Bilbao y fue el primero en sospechar del extraño comportamiento del administrador de fincas desaparecido. "En tres años nunca hemos visto un acta. No es ya que no tuvieramos acceso a la cuenta de la comunidad, sino que ni siquiera podíamos verla", recuerda este vecino, que prefiere mantener el anonimato y usar un nombre ficticio. Han encontrado facturas falsas y algunas empresas les reclaman dinero por obras que no llegaron a cobrar. Ante las sospechas, estos vecinos del Abanico de Plentzia fueron los primeros en pedir una auditoría de sus cuentas. Pese a las sospechas, hasta ahora no habían podido comprobar ninguna irregularidad en la gestión; ahora, temen que el agujero sobrepase los 200.000 euros.

Las parcelas 304 y 305 ocupan un pequeño rincón del Abanico de Plentzia, una coqueta urbanización de chalés adosados en la que viven unos 129 vecinos. Contrataron los servicios de Azcorra en 2009, recomendados por conocidos. Tenían algunos problemas con la promotora de las viviendas y querían zanjar el asunto; el administrador les prometió seriedad y resultados. Este vecino recuerda el primer detalle que le hizo fruncir el ceño. "Nos contó que le habían intentado presionar desde la promotora, que tenía pinchado el teléfono... Todo un poco raro", rememora.

Desde entonces, Iñaki Azcorra se fue granjeando la confianza de esta comunidad de propietarios sin, aseguran, darse cuenta del estado de sus finanzas. "En estos tres años, nunca hemos visto el estado de la libreta; solo un par de extractos bancarios", explica este afectado. Ni siquiera sabían exactamente en qué entidad tenían el dinero; solo ahora han descubierto que el dinero se desviaba de una cuenta a otra, a nombre de Azcorra, a la que, paradójicamente, no tienen acceso. Tampoco han dispuesto de una sola acta de las reuniones, en las que el administrador "conseguía desviar la atención" para no entrar en el fondo de la cuestión. "No sabemos ni qué ponía en esas actas porque nunca las hemos visto". Este vecino llegó incluso a visitar, en marzo pasado, al administrador de fincas en su oficina de Algorta. "Le vi muy nervioso, sacando fotocopias como un loco. Me di cuenta de que ahí había algo raro", recuerda.

Precisamente este pasado lunes, esta comunidad de vecinos había concertado una reunión con el administrador para que, por fin, les entregara las actas de las reuniones. El viernes se enteraron de su desaparición. "No sé lo que ha podido pasar y tampoco quiero especular; quiero saber qué ha pasado con nuestro dinero", reclama el vecino.

Y es que, en estos tres años, las cuentas de esta comunidad está llena de irregularidades. Tienen expedidas facturas, emitidas a nombre de empresas reales, de trabajos que nunca se llegaron a realizar. "Hay obras que cualquiera ha podido ver que no están realizadas y otras por elementos que son privativos, que tenía que haber pagado cada vecino y no cargarse a la cuenta de la comunidad. Pero claro, como te solucionaba el problema enseguida y no te cobraba, todos encantados", enumera. "Hay una empresa que empezó a trabajar en febrero y el primer pago que se le hizo consta en diciembre. Y en fechas como el verano o navidades, las facturas se disparaban".

También han recibido la llamada de algunas empresas que les reclaman el pago de servicios prestados. "Ha mezclado la contabilidad de ambas parcelas, pagando las facturas de una con la cuenta de la otra. Nos ha metido en un problema del que no sé cómo vamos a salir", reflexiona con preocupación. El listado de facturas y movimientos es extenso y les costará tiempo poner en claro lo que ha ocurrido con su dinero. La cuenta de esta comunidad de propietarios está prácticamente a cero; este vecino calcula que el agujero podría sobrepasar los 200.000 euros. Solo del año 2010, dice, faltan 52.000.

"Me olía raro pero se granjeaba la confianza de todo el mundo; era muy de invitarte a comer, de celebrar fiestas... Un chico muy agradable y abierto que, a simple vista, no te daba pie a la desconfianza. Cuando me he reunido con él para saber qué pasaba con el dinero, se acababa desviando del tema. No sacabas nada".