ORDUÑA. La ciudad de Orduña vivió también su particular drama durante la contienda civil y la posguerra. En julio de 1937, tras la toma de Bilbao por parte de las tropas franquistas, se estableció en el colegio de los jesuitas un campo de concentración de prisioneros que permaneció abierto hasta septiembre de 1939, y donde fueron recluidas unas 50.000 personas aproximadamente.

Tras su clausura, exactamente en ese mismo lugar se abrió la Prisión Central de Orduña, hasta 1941. Durante los cuatro años en los que las instalaciones del antiguo colegio se emplearon como centro de reclusión, se ejecutaron en la ciudad varias obras -públicas y privadas- en las que se empleó mano de obra cautiva procedente del campo y de la prisión.

El Ayuntamiento de Orduña, así como otras entidades y personas particulares afines al régimen, utilizó prisioneros de guerra y presos para realizar todo tipo de labores en régimen de esclavitud. Entre ellas destacan las rehabilitaciones de la plaza de toros, del cementerio, de la aduana, del balneario, del puente de La Muera y del monumento de la Virgen de la Antigua, erigido sobre la cumbre del monte Txarlazo.

Asimismo, el Ayuntamiento orduñés -como titular del colegio de los jesuitas, ya que era un inmueble de propiedad municipal- ingresó mensualmente ciertas cantidades de dinero por la presencia de cada interno.

Declaración institucional En este 2012 se cumplen 75 años de la entrada de las tropas franquistas en Orduña y de la apertura del Campo de Concentración de Prisioneros de Guerra de la ciudad. "Teniendo en cuenta que hasta la fecha no se ha realizado ningún acto de desagravio u homenaje a este respecto, nos encontramos ante una oportunidad única e irrepetible para saldar una deuda moral histórica contraída hace tres cuartos de siglo", entienden desde el consistorio local.

Por ello, y a propuesta de la coordinadora Lau Haizetara Gogoan, los grupos políticos municipales Bildu, EAJ-PNV y Partido Popular aprobaron por unanimidad en la sesión plenaria de mayo una declaración institucional en la que se reprueba y lamenta el establecimiento de un campo de concentración y una prisión en la ciudad.

Tal y como se precisa en el texto, el actual Ayuntamiento de Orduña "rechaza las condiciones infrahumanas a las que fueron sometidas dichas personas" y en una declaración histórica sin precedentes "pide perdón por haber utilizado como esclavos a prisioneros de guerra y presos para la ejecución de todo tipo de obras públicas en su término municipal, y por haberse beneficiado económicamente de la presencia de personas cautivas en su municipio".

Además, el consistorio de la ciudad "se compromete a contribuir a la rehabilitación de la memoria de todas las personas que fueron recluidas en su municipio durante la guerra de 1936 y la posterior dictadura" así como a "difundir esta parte de su historia silenciada durante tres cuartos de siglo y a promover trabajos de recuperación de la memoria histórica".

Por último, el Ayuntamiento "lamenta que no se haya realizado con anterioridad ningún acto de desagravio u homenaje a este respecto" y anima a toda la ciudadanía a participar en los actos de conmemoración y homenaje que se convocarán próximamente".