Eli Baceta es una vecina de Areatza que ha dado de baja uno de los dos coches que poseía junto con su familia. "Desde que he empezado a trabajar en el hotel no tengo que conducir todos los días", asegura. No obstante, a veces hecha de menos disponer de un vehículo para "ir a Igorre al cine, a llevar a los niños a algún sitio o a comprar algún objeto grande". Pero sufragar la compra de un nuevo vehículo, además de los gastos del seguro, mantenimiento y gasolina, no compensan a Eli el cubrir esta necesidad. Por eso, se ha hecho usuaria de Auzokar, el servicio municipal de alquiler de coches por horas.

"Es muy fácil utilizarlo", explica Eli. Y para comprobarlo, DEIA se ha subido a uno de los tres utilitarios que ya están aparcados en el parque frente a la iglesia en un espacio reservado para ellos señalizado con carteles de aviso.

Antes de poder montarse uno en el Clio que hemos solicitado para la ruta, debe de solicitarlo. Para ello, el futuro usuario tiene que ir o llamar al Ayuntamiento. También puede solicitarlo a través de la web www.auzokar.com. Este paso supone una tarifa de veinte euros al año. Una vez tramitada su petición, el cliente recibe la tarjeta de Auzokar en casa con su número PIN correspondiente (similar al de una tarjeta de crédito). Esta tarjeta hará las veces de llave para abrir el coche.

El Clio, dispone de un lector de tarjetas en la luna delantera. Pasando la txartela por él, automáticamente saltan los cierres de las puertas permitiendo el acceso al usuario. Una vez dentro, el conductor abre la guantera donde se encontrará con un pequeño ordenador en el que Eli introduce su código PIN lo que le permite liberar la lleva que está en su interior. Con ella en la mano, solo resta arrancar y disfrutar del vehículo sabiendo que deberá abonar 22 céntimos por kilómetros y 1'5 euros por hora.

El pago del coste del viaje no se hace al momento o después de su finalización sino que el mismo servicio se encarga de contabilizar los gastos y cobrarlo de manera mensual.

El viaje de Eli es un paseo con parada en el hotel en el que trabaja para después regresar al parking de Auzokar. Al sacar la llave del contacto, el ordenador le pregunta a esta vecina si ha terminado el viaje. Como es así, Eli introduce la llave en él. Ha recorrido dos kilómetros (44 céntimos) y ha gastado media hora (75 céntimos). Para cerrar el vehículo, basta con volver a pasar la tarjeta por el lector del salpicadero.

Al haberse encontrado con el depósito lleno, el trayecto no ha necesitado de una parada en alguna gasolinera cercana. En caso de tener que repostar, el usuario no tiene que hacerse cargo del coste de la gasolina ya que el ordenador del coche presta una tarjeta de BBK para realizar el gasto. De cara a que algún listillo quisiera utilizar la txartela para su propio beneficio, este quedaría fichado además "la tarjeta está controlada y tiene un tiempo limitado para evitar robos", avisa Eli.

Por el momento, el Auzokar cuenta con treinta vecinos inscritos aunque según el alcalde, Josu Basozabal, cree que el servicio pronto contará con una media de 50 o 60 asiduos gracias al eficaz boca a boca. "Se trata de una modalidad muy demandada en Europa pero que aquí tan solo empieza a andar", reconoce.

Además del Renault Clio, la flota del servicio en Areatza cuenta con un Megane más espacioso que el primero y una Kangoo, perfecto para transportar algún objeto de tamaño considerable como un mueble embalado.