Balmaseda. La fascinación de José Luis Sáenz de Santa María por las procesiones nació el día que vio por primera a su abuela, Juana Gamboa, reproducir a escala con papel y cartón los pasos más populares de la Semana Santa. A los 9 años entró en la cofradía de la Vera Cruz de Bilbao y más tarde pasó a la de Santiago, donde todavía permanece. Tardaría algo más en volcarse en continuar la labor de su abuela. Un cambio de trabajo le convenció de que había llegado el momento de ponerse manos a la obra. Desde entonces, y con la ayuda de su mujer, ha moldeado 35 pasos en miniatura que se exponen en el Klaret Antzokia de Balmaseda hasta este próximo domingo.

Ha viajado por todo el Estado persiguiendo las piezas que encajen en su colección. Sevilla, La Rioja, Catalunya o Castilla y León; no le importa recorrer los kilómetros que hagan falta. "Allá donde voy busco una tienda de objetos religiosos para ver qué tienen", narra. Una amiga que también regenta una tienda religiosa le ayuda a encontrar las telas y el pan de oro que su mujer, Loli, cose a modo de trono para las figuras principales.

En la procesión que estos días pueden admirar los vecinos de Balmaseda figuran el Cristo de las Tres Caídas del barrio sevillano de Triana, la venerada imagen del Gran Poder, el Nazareno del barrio bilbaino de San Francisco y el popular Borriquito, entre otras.

Otras piezas son pequeñas obras de arte salidas de la mano de los mejores imagineros del Estado. Veinte amigos le regalaron por su cumpleaños una representación del descenso, por José Luis Mayo Lebrija, "toda una autoridad que tiene sus talleres en Madrid". José Luis Sáenz de Santamaría se permitió pintar barba a los ladrones que acompañaron a Jesucristo en su crucifixión. Curiosamente, el autor se percató del detalle en una visita posterior a Bilbao. "Le respondí que tenía que ser así porque en aquella época los judíos se dejaban barba y me dijo: pues muy bien hecho", cuenta halagado.

En su afán por recrear las procesiones con el mayor realismo posible, también da forma a un séquito de cofrades que acompaña a cada paso. En total son alrededor de 500. Unos visten el uniforme de conocidas hermandades. "Otros me los he inventado y siempre me encuentro con alguien que me cuenta que sí que existe una cofradía que lleva esos colores", asegura. De corazón rojiblanco, ha pintado a varias figuras con los colores del Athletic. Los moldes de los penitentes están hechos de barro que recubre con una capa de pintura acrílica. Más tarde añade los botones de las túnicas o los escudos de las cofradías empleando palillos de comer.

A veces le ha resultado difícil recopilar figuras del tamaño que necesita para que el conjunto quede proporcionado; pero siempre encuentra una salida. "Ya me van conociendo y en cierta ocasión me llamaron de una tienda de Valladolid que cerraba después de 70 años para decirme a ver si quería cien figuras de cofrades", recuerda. Para el resto de los ornamentos usa la imaginación. Así, compra los candelabros que adornan los pasos en jugueterías, "aunque cada vez más los venden con dispositivos de luz eléctrica y es más caro".

Cada vez que incorpora un paso nuevo a su colección, pide al sacerdote del municipio que alberga la exposición una bendición para sus obras. En Balmaseda no ha sido necesario, ya que acude con los mismos que ya mostró en la cercana localidad de Villasana de Mena.

Lo que sí es muy diferente en Enkarterri es la tradición de la Semana Santa. "Estoy impresionado. En otros sitios los niños me preguntan quién es Barrabás. En cambio, los chavales de Balmaseda saben muchísimo", alaba.

Aún no sabe cuál será su próximo reto. ¿Reproducir algún episodio de la Pasión Viviente de Balmaseda, tal vez? "No lo sé, la crisis nos afecta a todos, pero igual en el futuro le rinda un homenaje a la cofradía de la Vera Cruz, que desapareció hace ya bastantes años. Su vestimenta era negra con una cruz verde. La Semana Santa de Balmaseda y la de Orduña son de las mejores de Bizkaia", opina. Hasta el domingo en el Klaret Antzokia se puede ver una selección de las figuras que tanto fervor despiertan.