Bilbao. "Al principio nos costó, por esa necesidad que tenemos los padres de proteger a nuestros hijos, pero ahora esperamos estos días de respiro como agua de mayo". Gaizka, el hijo de Javier Lasa, está a punto de cumplir 20 años; está diagnosticado de autismo y precisa de una atención las 24 horas del día. Desde hace ocho años, acude varios fines de semana al año a las estancias de fin de semana que, en su centro de Arrigorriaga, ofrece la asociación Apnabi, subvencionadas por la Diputación, que ha destinado más de 149.000 euros a este programa. "Para las familias supone mucho. A veces se desesperan porque el cuidado de sus hijos es cada vez más agotador", relata Montserrat Clavero, psicóloga de la asociación de padres de afectados de autismo.

Estas estancias de fin de semana -que se alargan a tres o cuatro días los puentes-, de viernes a domingo, se ofrecen todos los fines del año salvo épocas especiales como navidades, Semana Santa o verano, en las que las personas afectadas de autismo pueden participar en otras actividades como colonias. La estancia se realiza en el albergue que dispone Apnabi en Arrigorriaga, que dispone de 15 plazas para personas con autismo mayores de siete años. Tras recibir las solicitudes de las familias, la asociación adjudica los fines de semana a cada una de ellas de forma semestral, de manera que puedan organizar sus actividades o prever, con antelación, una estancia de este tipo si tienen algún compromiso. Eso sí, siempre se reserva una plaza de libre disposición para familias que necesitan, por alguna urgencia, un lugar donde atiendan a su hijo. Durante esos días, los usuarios realizan diversas actividades, desde talleres a paseos, "compartiendo espacio con más compañeros y los monitores especializados".

El objetivo de este programa respiro es también permitir el descanso de las familias que tienen hijos con autismo que precisan, en muchas ocasiones, una atención absoluta. Con el paso de los años, el número de familias que solicitan este apoyo ha crecido. "El nivel de satisfacción es muy alto y cada vez hay más demanda", reconocen. El coste varía dependiendo de los días de estancia: 70 euros por dos noches, 115 por tres y 125 por cuatro.

Prácticamente cada trimestre, Gaizka pasa un fin de semana en este albergue; mientras, sus padres aprovechan para "cuidarnos a nosotros mismos", reconoce Javier, su aita. "Vamos a un restaurante a comer, o a pasar una noche fuera; otras veces, simplemente aprovechas para hacer alguna cosa de casa que, estando con él, es complicado. Es un alivio, agradeces muchísimo ese tiempo; empiezas el lunes con otro ánimo", explica. Javier también es consciente de que su hijo, aunque no puede expresarlo con palabras, disfruta de estas estancias. "Muestra alegría en los ojos y le ves otro comportamiento. Está con otros chavales, hacen sus actividades... Y los monitores, al estar más preparados, tienen más recursos para tratar a nuestros hijos", reconoce. Por ello, no duda en recomendar este servicio a todas las familias. "Sin dudarlo, se agradece muchísimo", concluye.