Un día de trabajo en la Torre Iberdrola
DEIA descubre los entresijos del gran edificio de oficinas a una semana de su inauguración oficialLa actividad se inició hace casi seis meses y ya se ha ocupado la mitad de las 35 plantas disponibles
Bilbao. La próxima semana, la Torre Iberdrola cumplirá casi medio año de actividad desde que el pasado septiembre llegaran los primeros oficinistas a ocupar sus puestos en la empresa eléctrica y en varias firmas del grupo BBK; una semana en la que atenderá el evento más importante de su corta historia, la inauguración oficial del rascacielos a la que asistirán más de 400 invitados VIP, entre ellos los reyes Juan Carlos y Sofía, además del prestigioso arquitecto autor de la monolito de cristal, César Pelli.
Preparar el acto que se celebra el próximo martes está trayendo de cabeza a la gerencia del edificio y a Iberdrola, como anfitriones, aunque ello no se nota en la actividad diaria de un bloque de oficinas que ya tiene ocupado el 50% de sus 35 plantas disponibles. Cada día, cerca de 700 personas suben y bajan por alguno de los 22 ascensores que les llevan a sus puestos de trabajo.
En el rascacielos más alto de Euskadi se madruga mucho. Antes de las seis y media de la mañana ya llegan las brigadas de limpieza que se encargan de que todos los espacios comunes luzcan tan brillantes como sus fachadas acristaladas un día de sol. En una hora todo está listo para la llegada de los oficinistas más madrugadores. Los de la eléctrica acceden a las ocho plantas más altas, de la 28 a la 35, bien tras dejar el coche en el parking subterráneo, bien por el hall principal que mira a la plaza Euskadi. En el espectacular lobby te recibe una amable recepcionista mientras varios operarios adecentan los dos jardines interiores que flanquean el pasillo central.
La seguridad es un elemento que se siente en el ambiente. Solo se puede acceder a cualquier nivel superior tras pasar la correspondiente tarjeta de identificación y no hay rincón del edificio que no esté vigilado por cámaras. La misma tarjeta permite a los ascensores saber a qué planta se dirige la persona, de forma que no hace falta ni apretar un botón para llamar al elevador. Baja solo.
Elevadores a la carta El sistema indica que el ascensor bautizado con la letra E -hay ocho para la zona común de oficinas- le llevará a la planta donde trabaja cada persona. En caso de subir como invitado, simplemente se marca en una botonera exterior la planta deseada y el primer elevador que llega sube directamente. No hay botones en la cabina.
La aseguradora Biharko, la consultora PricewaterhouseCoopers, la empresa financiera Norbolsa... son algunas de las firmas ya asentadas en la torre. Ana, una de las empleadas de esta última firma, asegura que "es una gozada trabajar aquí porque además desde esta planta (las 26) se ve toda la ciudad muy bien". Una percepción que se repite entre cualquiera de los oficinistas a los que se consulta.
A media mañana, un grupo utiliza una de las salas del Business Centre de la tercera planta. Un espacio con tabiques plegables verticales que permiten contar con espacio a la medida o monitores de 70 pulgadas con videoconferencia para conectarse con el mundo. Al mediodía, la hora de comer se resuelve sin salir de la torre. Por un menú, entre 8 y 9,5 euros, se puede disfrutar de un bufé a la altura del rascacielos. Además de una barra para un tentempié, se ofrece también carta y salas privadas para invitaciones de postín.
Los inquilinos mandan Por la tarde, los trajes abandonan la torre de forma escalonada. Algunos tienen que esquivar a la joven que cada día, a las cinco y media de la tarde, abrillanta con una pulidora el suelo del hall. La actividad continúa fuera de los horarios laborales habituales. De hecho, casi todas las plantas ocupadas siguen con luz a las nueve de la noche. Media hora después, la recepcionista abandona su puesto y deja la vigilancia para la seguridad nocturna.
Veinticuatro horas de control que el próximo mes se ampliará también a la actividad de la torre. El director del rascacielos explica cómo "el horario previsto de actividad era de 7.00 a 21.30 horas, pero las necesidades de nuestros inquilinos no han hecho cambiar esas intenciones". Los mercados bursátiles o las conexiones entre oficinas de multinacionales obligan a la torre a iluminar Bilbao todo el día.