bilbao. Por un día al año, la magia se ve, se escucha y este año también se huele. Todo eso es lo que ofreció la cabalgata de Reyes de Bilbao, una actividad que año tras año congrega a niños, familias y curiosos. En esta ocasión, el evento adquirió una nueva dimensión al incorporar característicos olores al paso de las carrozas y un mensaje de respeto al medio ambiente que se respiró en cada tramo de un desfile. La marcha estuvo encabezada por una estrella fugaz que fue un testigo de excepción del calor con el que los bilbainos recibieron a los Reyes Magos de Oriente.
La expectación fue máxima entre los mayores y pequeños no solo de la villa, sino también de otros puntos de Bizkaia que no quisieron perderse el espectáculo. Para las 17.30 horas, media hora antes del inicio del desfile, ya había curiosos en las inmediaciones del Sagrado Corazón, niños y mayores que veían cómo iban llegando cada una de las ocho carrozas que formaban parte del espectáculo. Las cámaras de fotos y de vídeo captaban los prolegómenos de un espectáculo que rebosaría fantasía, magia, luz y color.
Según pasaban los minutos, las calles iban llenándose de gente y los niños empezaban a mostrarse inquietos y a llenarse de ilusión ante el inminente comienzo del desfile. Con puntualidad británica, a las 18.00 horas, la comitiva se echaba a andar. Una estrella fugaz abría la comitiva de ocho carrozas que llevó la magia de los Reyes Magos desde la Gran Vía hasta el mismísimo Ayuntamiento. Jirafas, elefantes, personajes del hielo, el desierto y hasta la selva estuvieron presentes en el espectáculo. Melchor, Gaspar y Baltasar son las estrellas, pero unas cartas recibidas por Sus Majestades, también se ganan el guiño de los espectadores.
En el kilómetro 0 de la cabalgata están Eneko Cañibarro y Ainhoa Prado con sus hijos Unax e Iraide. "¡¡Gaspar, Gaspar, me ha saludado Gaspar!!", grita Iraide. "Él es mi rey mago favorito", explica esta niña leioarra. Por su parte, su aita se muestra sorprendido "por lo bien preparado que está el espectáculo, el montaje es muy bueno y atractivo", explica el cabeza de esta familia que asiste por primera vez a la cabalgata de la villa. Además, también le parece muy buena la temática del desfile: "Está muy bien que se utilicen estos actos multitudinarios para tratar de concienciar a los niños de que hay que cuidar el planeta".
Los niños, como en el caso de Iraide, se volvían locos cuando veían pasar las carrozas de los Magos de Oriente. Otros, alucinados con el espectáculo, mantenían los ojos abiertos como platos y observaban el desfile con una mirada que irradiaba ilusión. Es el caso de Markel, un niño gernikarra de año y medio que subido a los hombros de su aita Rober mira entre ilusionado y alucinado el pasacalles. "Es la primera vez que ve esto", explica su aita. Acto seguido, Rober le espeta a Markel: "Beitu Markel, Errege Magoak!!"
La ilusión, emoción y locura se convierte en barullo cuando desde las carrozas empiezan a volar los primeros caramelos hacia el público, mientras la marcha va adentrándose en la Gran Vía. Carreras, paraguas dados la vuelta... Todo ello en mitad de las fragancias de coco que desprendía la carroza de Baltasar, centrada en la selva; el aroma de sándalo del remolque que transportaba a Gaspar, que evocaba motivos del desierto, y el olor a eucalipto de la carroza de Melchor que presentaba un paisaje de hielo.
aromas de la ilusión Y es que un evento tan especial como la cabalgata tiene que tener sus aromas característicos. "Huele un montón", comenta ilusionado Unai Linazisoro que junto a sus hermanos Iker, Unai y Naroa y su aitas Ibon e Idoia acudió a la cabalgata. "Si tienes niños, este es un día muy especial", explica Ibon en una plaza Moyúa a rebosar. A este hombre lo que más le ha impactado del desfile es "lo bonitos y elegantes que son los vestidos de los Reyes. Son impresionantes".
Unos metros más allá, Iñigo, Inés y Mercedes permanecen junto a Ana. Están contentos, rebosantes y es que para Inés "este es el día más importante del año". Estos niños han pedido muchas cosas para Reyes, juguetes entre los que destacan Rayo Mcqueen y Monster High. Ana explica que esas peticiones están justificadas ya que "han sido buenos".
La marcha atraviesa Moyúa, y continúa por una Gran Vía abarrotada. La lluvia también se suma a la fiesta y consigue que la estrella fugaz se apague durante un instante. Pronto reacciona el público y con sus palmas y voces vuelve a hacer que la estrella se encienda. Al llegar a la calle Buenos Aires, se puede ver al fondo el Ayuntamiento engalanado con luces, y espumillones. Desde los balcones de los edificios, los vecinos ven el desfile, sacan fotos y graban vídeos.
Finalmente, la comitiva llega al Ayuntamiento. Allí Sus Majestades de Oriente son recibidos por el primer bilbaino, Iñaki Azkuna, en las escalinatas del Consistorio sobre una lujosa alfombra roja. Allí espera una pareja de gemelas larrabetzuarras, Uxue y Naia. El Rey Mago favorito de Uxue es Baltasar, mientras que el de Naia es Melchor. Sus aitas, Peru Veiga e Itziar Goienetxe, afirman que "se nos ha hecho corto el desfile; ha sido más llevadero que otras veces". Una inmensa cola aguarda para entrar al salón Árabe a saludar a Sus Majestades de Oriente. En esa hilera de gente están Isabel Tellería, Javier Estefanía y Ainara Estefanía para que Oier y Beñat Muñoz vean a los Magos. "Nos ha encantado el desfile", explican. A las 20.00 horas salen los Magos de Oriente al balcón consistorial. Melchor deja bien claro el mensaje: "Cuidemos a la madre Tierra". Después, comenzó la cuenta atrás de los ilusionados niños en espera de que los Reyes Magos dejen en sus casas aquello que anhelan y desean. La ilusión y la conciencia ecológica embriagaron la villa en una jornada mágica.