Txutxi Aranguren, un cielo para entrenar
El futbolista y entrenador portugalujo Txutxi Aranguren recibirá el DEIA Hemendik Omenaldi saria a título póstumo Quienes le conocieron le describen como carismático, jovial y de gran inteligencia
Para quienes pasan de los 50 y apenas eran unos críos cuando Txutxi Aranguren saltaba a la titularidad en el Athletic de sus amores, siempre quedará en el recuerdo aquella figura más bien delgaducha que miraba con gesto sobrio, serio y digno desde los cromos de las colecciones de la liga de fútbol que animaban los juegos infantiles. Además, como portugalujo que era, para lo niños de Ezkerraldea, suponía un gran orgullo que un convecino, lo mismo que otras perlas de la Margen Izquierda como Clemente o Urkiaga, formara parte de la escuadra de nuestros sueños y anhelos.
Sin embargo, la imagen oficial de aquellos cromos poco tenía que ver con la verdadera personalidad de Txutxi Aranguren, ya que, quienes le conocieron y trataron, lo describen como un hombre afable, dicharachero, dotado de una franca sonrisa. "Era la alegría del vestuario" recuerda con cariño el también portugalujo José Luis Lertxundi Txetxu, directivo del Athletic Club entre 1981 y 1986, que vivió casi frente por frente de la casa de aquel joven que hubo de obtener una autorización administrativa de la Liga de fútbol para debutar en el campo del Córdoba en un partido que los rojiblancos ganaron por 1-2.
"También Fidel Uriarte tenía la misma edad y tuvo que contar con la autorización que le dieron a Txutxi, lo que les convirtió, en aquel momento, en los dos jugadores más jóvenes de la Liga", reseña Txetxu Lertxundi. "Conocía a Aranguren de toda la vida. Además de vecinos y amigos, éramos clientes de la tienda de ropas de bebé que abrió su mujer Nati Quintanilla en Portugalete. Puede decirse que nos conocíamos de toda la vida", rememora Lertxundi.
Jesús Aranguren Merino, Txutxi, nació en Portugalete el 26 de diciembre de 1944 y, aunque como juvenil jugó en el Sestao Sport, desarrolló la práctica totalidad de su carrera como futbolista en el Athletic Club, en el que entró como juvenil en 1961. Txutxi llegó reciclado, porque años atrás jugaba de portero con sus amigos jarrilleros en el campo situado detrás del colegio Santa María. Mañana recibirá el DEIA Hemendik Omenaldi Saria, a título póstumo, en la gala de premios de este diario en Ezkerraldea.
"Txutxi era un jugador sólido, fiable, soporte de sus compañeros, la alegría en el vestuario, sincero, con una gran dignidad en el criterio y, lo que para mí es muy importante, una de las personas más inteligentes que yo he conocido en el mundo del fútbol", completa Lertxundi, quien considera que este último aspecto tal vez sea el menos conocido de su personalidad.
"Tal vez, porque también destacaba por ser un hombre risueño, un hombre carismático, por ser un hombre amigo de sus amigos. Y a eso yo añado, que tenía un bagaje intelectual y una formación importantísimos". Por ello, Lertxundi alude al respeto que le tenían los compañeros y amigos que tuvo a lo largo de sus vida de jugador, de técnico y de persona.
Rigurosidad Su carácter, su manera de ser, le hacía muy jocoso, muy risueño, muy "guindilla", algo que aderezaba con un sustrato de gran inteligencia. "Cuando se ponía serio, cuando era verdaderamente riguroso en los planteamientos tanto gerenciales como empresariales, como de dirección en el fútbol, era donde mejor se veía al hombre que tenía un conocimiento y una formación que convertían su criterio en importantísimo".
En el caso del fútbol que tan popular le haría, la suya es la biografía de un "hombre del club" en el que culminó su carrera deportiva en 1975, después de trece temporadas como integrante del primer equipo rojiblanco. Debutó en Primera División a los 17 años de la mano de Ángel Zubieta, sustituyendo en la banda izquierda al gran Canito. Llegó a convertirse en un lateral izquierdo férreo, firme y tenaz. "Txutxi se movió en una parcela que no es la más notoria, pero por su banda pasó una clientela de lujo", resume Lertxundi, quien recuerda a los Amancio, Migueli, Ufarte, Canario o Lara, un aguerrido jugador del Granada, que intentaban sobrepasarle camino de la meta donde reinaba José Ángel Iribar. Como rojiblanco disputó un total de 318 partidos oficiales y participó en la consecución de los entorchados coperos de 1969 y 1973. Una vez retirado emprendió su trayectoria como técnico en equipos como el Recreativo de Huelva, Cartagena, Deportivo, Logroñés y Sporting. En 1990 entró en Lezama y, dos años más tarde, se hizo cargo del banquillo de San Mamés. Sus últimos destinos fueron el Deportivo Alavés, el Levante UD y el Cartagonova. Txutxi Aranguren falleció el 21 de marzo de este año.