Bilbao. La carabela portuguesa ha vuelto a Bizkaia. Tras un inicio de verano en el que no se había detectado la presencia de esta medusa en las playas del territorio, aunque sí en las de Gipuzkoa, a lo largo de esta semana se han avistado algunos ejemplares en el tramo de costa que va de la muga en Ondarroa a Bakio. En total, en estos pasados cuatro días, seis bañistas han tenido que ser atendidos por picaduras de esta especie, todas ellas de carácter leve, según han indicado fuentes de la Cruz Roja.

Los expertos y los responsables insisten; no hay motivo de alarma. "La situación es de normalidad", destacan los responsables forales de Medio Ambiente, que gestionan las playas. Las primeras carabelas se comenzaron a avistar, a principios de esta semana, en la zona de costa más cercana a Gipuzkoa, entre Ondarroa e Ispaster, aunque según han avanzado los días también se han visto falsas medusas a lo largo de todo el litoral hasta Bakio. Porque, en realidad, las carabelas portuguesas (Physalia physalis es su nombre científico) no son medusas, sino un conjunto de pólipos unido a unos largos tentáculos con los que inyecta un veneno muy tóxico.

La situación, destacan, no tiene nada que ver con la que se está viviendo en el territorio vecino, donde desde el pasado viernes se han detectado más de 300 ejemplares y una docena de bañistas han tenido que ser atendidos por picadura. En Bizkaia, los socorristas han atendido desde el lunes a seis personas por picaduras de esta carabela; en toda la semana pasada, se registraron cinco picaduras de diferentes especies. Por el momento no ha sido necesario cerrar ninguna playa al baño ante la presencia de medusas.

A la vista de la situación, los equipos de Salvamento y Socorrismo, y los técnicos forales han establecido un protocolo de actuación e información. En concreto, se han colocado, en las playas afectadas, carteles alertando de la posible presencia de medusas, y mantienen la vigilancia del litoral para informar a los bañistas en caso de riesgo. "Si aparecieran más ejemplares, se irían cerrando zonas de las playas para recogerlos. En nuestras costas no se pueden utilizar otro tipo de medidas, como las barreras de contención que se usan en el Mediterráneo", explica Koldo Larrazabal, coordinador de playas de Cruz Roja. Todos los expertos coinciden: la carabela no es la medusa asesina que la leyenda se ha encargado de dibujar. Al menos, para los bañistas de las playas, que no son su hábitat habitual; generalmente viven en alta mar.

En general, la Physalia provoca picaduras más extensas y dolorosas que las medusas comunes, que llegan a paralizar los músculos, debido a que tiene una superficie de tentáculos mucho mayor. Y, como con el resto de medusas, hay grupos de riesgo, como los niños, las personas mayores con defensas bajas o problemas cardiovasculares. A favor tiene que, como se desplazan por encima de la lámina de agua, resultan más fáciles de avistar que el resto de medusas, además de ser de tamaño grande y de vistosos colores.

Sí resultan muy peligrosas, incluso mortales, por ejemplo, para los buceadores del Mediterráneo o las zonas tropicales, que no utilizan tan a menudo trajes de neopreno, más comunes en el Cantábrico.

Aunque los ejemplares avistados durante los últimos días han sido "bastantes", la aparición o no de medusas de esta especie es algo tan volátil como el viento. En concreto, el viento norte. Esta medusa se desplaza empujada por el aire, gracias a la característica cresta que asoma por encima del agua. "Si un día aparecen medusas, se avisa a la gente que está en las playas y no pasa nada. Seguro que al día siguiente, que hay viento sur, no aparecen", destaca Enrique Franco, vicepresidente de la Sociedad para el Estudio y la Conservación de la Fauna Marina.