Bilbao
Lo que para los experimentados montañeros del grupo de rescate de la Brigada Móvil de la Ertzaintza es un itinerario habitual de entrenamiento, para el grueso de la ciudadanía puede equipararse a una experiencia extrema. Los 32 miembros del grupo de rescate de montaña no se consideran superhombres, "lo que hacemos es fruto del trabajo diario y del entrenamiento. Somos personas normales que cumplimos con nuestra labor", afirman, desde la humildad, Jon, Txomin, Raúl, Iñigo y Juan Carlos, integrantes de uno de los cuatro grupos de rescate de montaña de la Brigada Móvil. Sin embargo, para las personas a las que han rescatado y a las que han sacado de algún que otro apuro, aunque ellos no lo quieran reconocer, son verdaderos héroes. "Cuando llegas hasta la persona que vas a rescatar, muchas veces te abrazan. Se alegran mucho de vernos porque, normalmente, están en situaciones límite", expresa Iñigo.
En lo que va de año han realizado un total de 83 servicios entre búsquedas, rescates, coberturas de pruebas deportivas y servicios preventivos, y han rescatado a 39 personas ilesas. Pero, lamentablemente, no todo son victorias en la montaña. También han tenido que recuperar cuatro cadáveres en estos últimos meses. "Lo peor es cuando bajas el cuerpo hasta donde está la familia. Es muy duro ver el sufrimiento de los demás", comenta Raúl. "Se hace un silencio sepulcral. Podemos estar cerca de 200 personas allí y no se escucha nada. Todos estamos en silencio, cabizbajos ", añade Jon. "Es un silencio tremendo, se te queda grabado, porque siempre se rompe con el llanto de los familiares", apunta Txomin.
Montañeros desde la cuna "Vivimos en Euskadi, posiblemente en proporción la población más montañera y aventurera del mundo", considera Txomin. Tanto él como sus compañeros son montañeros desde la cuna. Muchos comenzaron a ir al monte en su juventud, en familia, "siguiendo la afición del padre". Una afición que con el paso del tiempo se convirtió en propia. "A los 15 años me hice con unos amigos las cumbres más importantes de los Picos de Europa y para los 20, con la mili incluida, había recorrido ya los tresmiles más importantes de los Pirineos", narra Txomin. Años después, encaró corredores de hielo e invernales, también viajó a los Alpes y al Himalaya.
También Iñigo comenzó joven en este mundo, a los 17 años se decidió a practicar puenting y escalada con tres amigos. "Nos unimos a gente con más experiencia, como Willy Bañales, que por aquel entonces estaba abriendo vías en Atxarte", recuerda. De ahí dieron el salto a los Picos de Europa, a los Pirineos y a los Alpes.
Después, la necesidad de buscar un puesto de trabajo fue lo que motivó a estos hombres a transformar su afición, en su profesión. Así entraron en la Ertzaintza para convertirse en rescatadores de monte. Ahora, con cerca 20 años de trabajo en la Brigada Móvil y con una media de 30 rescates por grupo al año -es decir, alrededor de 500 intervenciones-, tienen muchas historias y anécdotas que contar.
"En la zona de Gorbea siempre se producen más roturas de tobillos o piernas, también pérdidas; en la zona de Durangaldea fallecen más personas porque hay más zonas de escalada y el riesgo es más alto", plantea Jon. "Recuerdo el rescate de un crío de dos años en la zona de Oñati. Sus padres fueron a un caserío a comprar queso y le dejaron dormido, atado en su silla dentro del coche. Al regresar el niño no estaba y nos llamaron. Nos movimos por allí con los perros", rememora Jon. "Nos concentramos en los alrededores porque un niño de 2 años no puede ir muy lejos" -interrumpe Txomin- "la noche se estaba echando encima y al mover la linterna brilló algo a lo lejos. Resulta que el chaval estaba entre la maleza, se había quitado el pañal y lo tenía en la mano y eso fue lo que reflectó. Al cogerle lo único que decía era ikeratuta, ikeratuta", concluye Jon.
La experiencia como titulación Desde una sencilla búsqueda de una persona mayor hasta colaboraciones en catástrofes naturales, como el terremoto de Haití, los componentes de la unidad de rescate trabajan en todas las actividades y modalidades que abarca la montaña. "Lo que implica una labor continua de reciclaje en cuanto a conocimientos y técnicas de rescate, entre otros, en: escalada, barrancos y espeleología", explican. A diferencia de los grupos de rescate marítimo o de buceo, los rescatadores de montaña no cuentan con un título profesional, sencillamente, "porque no existe ningún título profesional para este trabajo", aclaran. "El problema que hay en la montaña es que las titulaciones sólo son de técnicos deportivos para guías de montaña, no de rescatadores. El trabajo de rescatador lo aprendes aquí, en la unidad", indica Txomin. No obstante, todos ellos recibieron dos años de formación en la academia impartida por Antxon Burcio, presidente de la Federación Española de Deportes de Montaña y Escalada.
Además, todos cuentan con el aval que les otorga sus más de veinte años de trabajo como rescatadores. Asimismo, acreditan abultados currículos en los que se destaca, además de su experiencia personal como aficionados al montañismo y a la espeleología, su especialización en ámbitos como el rescate de esquí de montaña, el barranquismo, la escalada, la desobstrucción con explosivos en cavidades y el espeleosocorro, entre otros. "Para acceder al grupo de montaña tenemos que superar unas pruebas internas. Primero, tienes que ser ertzaina y pertenecer a la Brigada Móvil, después realizar unas pruebas de escalada y de conocimientos de material. Después, los miembros del grupo son los que valoran si eres la persona adecuada para formar parte de la brigada de rescate", comenta Iñigo. A esto se suma que algunos de ellos disponen de titulación como técnicos deportivos de guía de montaña en diferentes niveles y actividades. "Hay especializaciones en barrancos, guías de alta montaña, sirve para llevar a grupos al monte, pero no para rescate", añade Jon.
Llamada de socorro Las primeras horas son cruciales en un rescate en la montaña. Con el paso del tiempo, el frío, el cansancio y las lesiones hacen mella en las víctimas poniendo en peligro su integridad. Por ello, cuando el 112 SOS Deiak recibe una llamada de socorro, se activa un protocolo de actuación. Dependiendo de la situación en la que se encuentre la víctima, un técnico de Protección Civil moviliza los recursos necesarios para efectuar el rescate, ya sea el equipo de montaña, el de buceo, los vehículos o el helicóptero. Tras el aviso, los rescatadores, disponen de reacción de 10 minutos para salir al rescate. "Todo el material tiene que estar preparado para que dentro de ese periodo de tiempo estemos de camino ya sea por carretera o en el helicóptero", dice Txomin. A partir de ahí empieza el rescate. Sin embargo, en el caso de los rescates en montaña, en barrancos o en simas, el tiempo transcurre a otro ritmo. "Incluso en los simulacros, prefiero no llevar reloj y dosificar las fuerzas porque nunca sabes las horas que estarás en allí", argumenta Txomin. Además, ningún rescate es igual a otro, las condiciones del terreno, la climatología, el estado de la víctima, incluso cómo se encuentra cada componente del equipo, todo influye y hace cada intervención única. "Muchas veces piensas 'este rescate es igual que el que tuvimos hace tiempo', pero cuando estás en plena faena la cosa se complica y es totalmente diferente", añade Raúl.
De ahí, que lo que en apariencia para los ciudadanos debería ser un simple rescate, "subir a la montaña coger al herido y bajar", acaba prolongándose en el tiempo. "La gente piensa que tardamos demasiadas horas en los rescates, pero no tienen en cuenta la dificultad que conlleva localizar a la víctima, estudiar el terreno, abrir camino hasta el lugar del incidente, y establecer una vía de escape para trasladar al herido sin agravar sus lesiones", apostilla Jon.