Bilbao. En 2008, en las antípodas, se convenció de que su futuro estaba bien encaminado. Ratificó su decisión de que iba a ser esquilador de ovejas. Hasta entonces ya había hecho cursillos y, de hecho, llevaba dos años dedicándose a ello, pero en Nueva Zelanda aprendió el verdadero arte del esquileo, algo que allí es considerado deporte nacional. Hace unas semanas dio muestra de su pericia en Aramio (Araba), uno de los lugares donde es reclamado por los pastores. Hasta allí se desplazó con su instrumental para dejar rasuradas las ovejas de Juan José Ibabe, Patxi Jauregi y Manuel Altuna. En una mañana esquiló 120. Durante el hamaiketako nos habló de su oficio.
¿Por qué se hizo esquilador?
Porque uno de los esquiladores que iban a casa de mi hermano, que es pastor y tiene ovejas, me dijo a ver si me apetecería hacer un curso. Lo hice, me gustó, y así empecé hace cinco años.
¿Dónde realizó el curso?
En la Escuela de Pastores de Aranzazu.
¿Y cuál fue su primer trabajo? ¿Lo recuerda?
Sí, lo recuerdo perfectamente. Fue en Guereñu, en Araba. Lo hice muy mal y lo pase muy mal. Tanto es así que, cuando volvía para casa, tuve que parar en la autovía porque tenía diarrea y vómitos de los nervios y el cansancio.
Aun así, siguió.
Seguí porque me llamaban y tenía que ir, pero estuve a punto de dejarlo mil veces. Había días que bajaba del coche después de esquilar y no podía ni ponerme en pie. Me quedaba agarrotado. El esfuerzo me sobrepasaba.
¿Tan duro es el trabajo?
Sí, sobre todo al principio, porque todo lo haces a base de fuerza.
Pasados los años, ¿le resulta más llevadero?
Sí, porque trabajo con más técnica
¿Donde la aprendió?
En Nueva Zelanda.
¿Hasta allí se fue?
Si, me fui en 2008 porque Nueva Zelanda es la cuna del esquileo. Lo mismo que aquí los chavales jugamos a pelota desde pequeños, allí todos esquilan o juegan a rugby. Es una profesión bien considerada. Además, es el deporte nacional y hay muchas competiciones.
¿Le impresionó tanto?
Sí. Allí una persona puede esquilar hasta 350 o 400 ovejas al día, y aquí andamos en 200 como mucho.
¿Y aprendió?
Sí, claro. Aprendí mejor la técnica, lo cual me permitió cansarme menos, aguantar mejor y esquilar más ovejas en una jornada. Por eso, en Nueva Zelanda es donde decidí que iba a ser esquilador.
¿Disfruta, entonces?
Ahora sí, pero los inicios fueron criminales. Yo, porque empecé joven, lo demás, si llego a empezar a ahora, no esquilaría.
¿Da para vivir esquilar ovejas?
Hasta ahora ha dado, pero cada vez hay menos pastores y menos ovejas. Además, los esquiladores sólo trabajamos unos meses. El resto del año, en invierno, hay que buscarse algo por ahí porque si no...
Pero ustedes son pocos, ya quedan pocos esquiladores en Euskadi.
Sí, en Bizkaia somos cuatro y en Navarra, otros cuatro. Hablo de los que nos dedicamos solo a esto. Pero como hay mucho paro en otros oficios, hay gente que ha empezado a esquilar. Luego, también han aparecido polacos y ucranianos.
¿Cuál es el momento más intenso de la temporada?
Ahora, en mayo y junio. Durante estos dos meses se acumula todo el trabajo del año Yo suelo decir que lo más duro del esquileo es organizar la agenda. Llegas a casa cansado y no para de sonar el móvil. Pero hay que hacerlo.
¿Cuántas ovejas esquila al año?
Entre unas 15.000 o 20.000. Pero ha habido años que hacía entre 23.000 y 25.000. Eso demuestra que esto está bajando.
Al día ¿cuántas ovejas es capaz de rasurar?
Unas 200. De ahí para arriba ya son cifras fuertes.
¿Cuánto tiempo tarda con cada una?
De minuto y medio a dos minutos.
¿Qué es lo que más acusa del esfuerzo?
Los riñones y la cabeza.
¿La cabeza?
Si, porque si llevas muchas ovejas esquiladas, ahí callado, a lo tuyo con la máquina, la cabeza empieza a pensar en otras cosas y pierdes concentración.
¿Cómo mejoraría su oficio?
Si a los pastores les pagasen más por la lana. Eso haría que se animasen a tener más ovejas ya que tendrían otra fuente de ingresos aparte de la leche y los corderos.
¿Cuánto les pagan por la lana a los pastores?
No sé. Ahora creo que les están dando 20 céntimos por kilo, pero estos últimos años se regalaba o se quemaba. Y hace treinta y cinco años, según dicen los pastores, que les pagaban hasta 100 pesetas por kilo.
¿Cambiaría este trabajo por el de una oficina?
No sé. Nunca lo he probado. Sí trabajé en otra cosa relacionada con el campo, pero me gustó más esquilar ovejas.
¿De qué trabajó?
Cuando terminé el grado superior en la Escuela Agropecuaria de Zizurkil estuve trabajando como controlador de leche para la asociación de Bizkaia, pero era muy monótono. Siempre a los mismos caseríos, la misma ruta. El esquileo me pudo.
Le ha podido tanto que, incluso, se presenta a campeonatos.
Sí, es verdad. El año pasado estuve en el campeonato del mundo en Gales con la roja (se ríe).
¿Cómo así?
Pues porque fui con un amigo a Extremadura a hacer un cursillo para practicar con ovejas merinas y allí hubo un concurso al que me presenté y quedé tercero. Los dos primeros tenían el pase para el campeonato del mundo, pero como el que ganó no podía ir, me llamaron a mí.
¿Qué le pareció el campeonato?
Flipé porque allí estaban los mejores esquiladores del mundo.
¿Cómo quedó?
Creo que el 25 entre unos 100 participantes.
¿Qué es lo que se valora en esos campeonatos?
La rapidez, que no le hagas heridas a la oveja y que la lana salga de un sólo corte, sin repasos.
En cuestión competitiva, ¿cuál es su próximo objetivo?
Ir al campeonato de España, que este año se va a celebrar en Burgos, ya que los dos primeros clasificados podrán acceder al campeonato del mundo del 2012 en Nueva Zelanda.
¿Hay buenos esquiladores en el Estado?
Sí, hay uno en Zaragoza que ha estado tres años en Nueva Zelanda.
¿Y en Euskadi?
En Navarra hay un esquilador que se ha proclamado varios años consecutivos campeón de España.
¿Cuál es la mejor oveja para esquilar, la latxa o la merina?
La latxa, porque es a la que me acostumbrado, pero también me gusta la merina porque es algo más complicada, tiene más trabajo.
¿Usted cree que a las ovejas les gusta que les esquilen?
Sí, porque si no les quitas la lana, en verano, con el calor, se van a las sombra, no comen y pierden peso. También en invierno, algunos pastores nos piden que les esquilemos porque se ha comprobado que la lana no les deja engordar.
¿Dónde ha sido el lugar más extraño que ha esquilado?
En Argentina. Estuve en una cuadra donde dicen que habían matado a muchas personas. Aquí, en Euskadi, en la punta de mil montes. En sitios muy bonitos. El problema es que te dice el pastor: allí tienes las ovejas y arréglate como puedas.
¿Cómo son las ovejas?
Dicen que son tontas, pero yo creo que son muy listas. No les engañas tan fácil.
¿Se ponen nerviosas cuando les va a esquilar?
Algunas sí, pero para eso estoy yo, para darles tranquilidad.