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La secreta pócima mágica de la felicidad

La secreta pócima mágica de la felicidadfoto: oskar martínez

Sus detractores -pocos, pero existen...- le acusan de ser una falsa alegría embotellada. Quizás, pero incluso una falsa alegría suele ser preferible a una verdadera tristeza. La Coca-Cola, esa bebida indescriptible de todopoderosa presencia en cualquier rincón de la tierra, es la empresa mundial más identificada con la felicidad. Poco podía sospecharse que aquel jarabe ideado un 8 de mayo de 1886 por el farmacéutico John Pemberton en la farmacia Jacobs de la ciudad de Atlanta (Georgia) subiese al espacio interior y descendiese a las profundidades de las minas más lúgubres; aliviase la sed en palacios reales de media Europa y en cabañas de paja del corazón de África; conquistase Oriente como si fuese un moderno Marco Polo y se refrescase con los hielos del Polo Norte. Cuenta la historia que Frank Robinson, el contable del farmacéutico, fue quien le puso el nombre de Coca-Cola y quien con su caligrafía diseñó el logotipo actual de la marca. O que Alexander Samuelson, de la Root Glass Company, idease, para mayor gloria, una botella inspirada en la fotografía de la baya de una nuez de cola y no en la cintura de una mujer hermosa, como asegura la leyenda.

¿He dicho la leyenda...? Esa misma sostiene que la jeroglífica fórmula del refresco universal (Coca-Cola es la segunda palabra más pronunciada del planeta tras O.K.) se guarda bajo siete llaves en un banco de Atlanta y que solo dos personas conocen ingredientes y proporciones de esta moderna pócima de la felicidad. Ayer, cuando el Museo Guggenheim se engalanó para celebrar el 125 aniversario de esta aventura, José Miguel Lanzagorta, director general de Norinvest, desveló el ingrediente secreto: la fórmula está en ustedes, dijo. En quienes la beben.

Le escucharon con atención su padre, José Miguel Lanzagorta, director general de Norbega; Aitor Arteaga, Gonzalo Márquez; el presidente de Coca-Cola España, Marcos de Quinto, y su director general, Fernando Amenedo. Todos ellos bien conocen el poder de la compañía, el prodigio que acontece cuando se nombra el abracadabra de una bebida inigualable. También lo hicieron, cómo no, jugadores del Athletic como Rafael Alkorta, Patxi Ferreira, Joseba Etxeberria o Aitor Ocio; el presidente de Osasuna, Patxi Izko, Jorge Aio, Jon Aldeiturriaga; políticos como José Luis Sabas, Txema Oleaga, Beatriz Marcos o Joseba Escribano entre otros; José Miguel Santamaría e Ignazio Astelerra, de Cafés El Abra; José Miguel Corres, Fran Aspiazu, Jon Ortuzar; el presidente de Euskaltzaindia, Andrés Urrutia, Javier Zalbidea, Javier Agirregabiria; José Antonio Nielfa, La Otxoa; junto a su hija, Alejandra; Mikel Bárcena, Boni García, Jesús Vázquez; el director general de DEIA, Javier Andrés; Xabier Basañez, Kike Hermosilla, Iñaki Azkorra, Gabino Martínez Arenaza, Jorge Barrie, Oscar del Hoyo, Igor del Busto, Ricardo Pérez, Saray Rueda, Kepa Kabareda, Juan Carlos Ercoreca, Jon Mancisidor, Pedja Savovic y una legión de cocacolainómanos.