Plentzia
LA vista, el aroma y el gusto juegan un papel fundamental según los entendidos a la hora de degustar un vino. Si a esto se le añade la influencia del mar, que profundiza en los sentidos, herramienta única y fundamental para estas lides, se descubren las sensaciones ofrecidas ayer en Plentzia. La bodega submarina ubicada en esta localidad realizó ayer la cata de sus vinos, tres meses después de la primera prueba, y tras medio año viviendo en la profundidad del mar. Los vinos sumergidos en el Laboratorio Submarino de Envejecimiento de Bebidas volvieron a ofrecer una "sensación positiva" entre los expertos vinícolas que se dieron cita en el Hotel Kaian de la villa costera. "La sensación general es positiva. El vino no empeora, todo lo contrario. En algunos caldos se potencia el sabor en boca", afirmó Borja Saracho, director gerente de Bajoelgua Factory, empresa que gestiona el laboratorio.
En la cita tomaron parte representantes de cuatro bodegas y tres denominaciones de origen, así como el enólogo Txema García. En líneas generales, la mayoría destacó la existencia de "pequeñas diferencias y matices" con respecto a la primera cata y, en el caso de los que no estuvieron en la anterior, marcaron distancias con los vinos almacenados en tierra.
sentido y sensibilidad Con grandes dosis de concentración, calma y un elevada sensibilidad para apreciar los matices que escapan al resto de personas, los expertos fueron ofreciendo sus análisis técnicos. Iñaki Murillo, responsable de la bodega de Rioja Murillo Viteri, que también estuvo en la primera cata el pasado mes de enero, comparó sus dos experiencias: "En esta segunda cata observo un punto más de intensidad aromática respecto a la anterior. Resaltan especialmente los aromas terciarios y una mayor armonía aromática", explicó, al tiempo que se mostró satisfecho por las nuevas sensaciones que pasaron por su paladar. "Me he encontrado con un vino más redondo en la boca, más suave y la persistencia más alta. Confirmamos la tendencia de la primera cata y nos gusta mucho en este momento", apuntó. De esta manera, Murillo quiso mostrar su satisfacción y apoyo a este proyecto, señalando que se están "aportando matices nuevos a un producto de 2.000 años de antigüedad".
Ahondando en la idea del tiempo explicó la innovación que supone este proyecto con una peculiar comparación. "Es como si a Gaudí le hubiésemos dado titanio para trabajar", afirmó Iñaki Murillo.
Por otra parte, Santiago Castro, director técnico de la denominación de origen Toro, apreció diferencias entre la evolución sufrida por un crianza y la de un reserva. "El crianza se nota más evolucionado y con un tono más oxidado. La intensidad de los colores es menor y el olor tiende hacia una fruta más madura". Asimismo, Castro destacó que "bajo el agua han aumentado las tonalidades de la barrica" y añadió que se trata de un caldo "mucho más balsámico, más pulido y más hecho". Respecto al reserva, explicó que con este sistema de almacenaje "pierde equilibrio -se refiere al cuerpo del vino-, porque bajo el mar le afecta la altura y la presión". A modo de reflexión, Castro opinó que "en el mar, los vinos evolucionan más rápidamente que en tierra"; aunque también condicionó la calidad del caldo al tipo de estructura del almacenaje.
En cuanto a la valoración del proyecto, Castro indicó que se trata de "un plus, un añadido sobre todo para zonas costeras".
Otro de los participantes, Javier Rubio Ruiz, de bodegas Real Rubio Rioja, hizo hincapié en los beneficios que el mar puede aportar al sector vitivinícola. "El vino es un ser vivo y un medio como el agua tiene que aportarle algo, para bien o para mal", expuso. Según este experto, el factor fundamental es que el medio acuático "es el máximo regulador de temperatura" y de ahí surgen los posibles beneficios para las botellas. Por último, su satisfacción con el proyecto quedó patente. "No sé si en estas iniciativas está el futuro del sector, pero lo que está claro es que apuesto por no quedarnos parados. Lo veo muy positivo", concluyó.