LAS saetas y la luz de los candiles que acompañan a El Nazareno iluminaron ayer -como cada año desde 1953- la procesión más esperada y multitudinaria de la Semana Santa bilbaina. Devoción y pasión desgarradora, se sintió y se escuchó entre los fieles y curiosos que acompañaron el tradicional recorrido.
La procesión partió desde la parroquia San Francisco de Asís, sobre las 21.10 ante un numeroso público asistente que se agolpó desde varias horas antes en las aceras de Hurtado de Amezaga para contemplar la figura que ilumina el Lunes Santo.
La espera, con un clima muy caluroso, no se hizo desagradable, ya que al contrario que el año pasado, esta vez no se aguó la fiesta, para deleite y disfrute de los cientos de debotos y turistas llegados a la villa por las vacaciones. "Hace mucho calor pero prefiero sufrirlo a lo del año pasado, que no pudimos dar ni diez pasos", destacó en referencia a la climatología, José Ángel, uno de los cofrades encargados de cerrar el paso entre los cofrades y el público.
La multitud de personas que siguieron la procesión aplaudieron al unísono el momento en que la espectacular imagen del Cristo inició el recorrido y fue llevado en volandas por la pasión y la fe de la Real Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno. "Lo más bonito de todo esto es ver la cantidad de gente que nos acompaña", prosiguió José Ángel.
Detrás del cordón de cofrades, pero lo más cerca posible del Nazareno, aguardaron con paciencia y mucha expectación, Gloria y sus dos amigas. Las tres llegaron desde Barakaldo expresamente para ver el paso. "De esta procesión nos gusta todo, es espectacular", indicaron eufóricas las tres baracaldesas.
En los momentos previos, mientras Santa María Magdalena esperaba fuera, acompañada de los redobles de tambores, el Nazareno aguardaba en el pórtico de la parroquia para que le dieran la salida. "Se nos hace un poco pesada la espera de pie en la calle, pero la procesión es tan bonita que merece la pena", comentaba Gloria a sus amigas, que disfrutaron sobre todo con el "encuentro entre Santa María Magdalena y Jesús Nazareno" porque resume a la perfección el recorrido de la procesión. "Es el detalle que más nos gusta, además del momento en el que le cantan saetas", añadieron.
Desde ronda a bilbao Un poco más atrás, María Jesús Rodríguez, malagueña afincada en Bilbao, comentaba las diferencias que encontraba entre la procesión bilbaina y la de su Ronda natal. "Allí en Málaga se vive con mucha pasión y fervor hasta los momentos previos", indicó al mismo tiempo que destacó que el "sufrimiento de los costaleros andaluces es inigualable" debido al gran peso que soportan. Otro de los aspectos que le llamó la atención fue el tamaño de los pasos. "En Ronda los tronos son más grandes y hay entre ochenta y noventa personas que van acompañándolos", explicó. A pesar de todo, María Jesús reconoció el "buen ambiente" que acompañaba la partida del Nazareno.
Una vez enfilada la salida llegó el momento en que El Nazareno buscó despacio la esquina de la calle Iturriza, en donde se concentraron numerosas personas y, con un esfuerzo titánico, los cofrades empujaron el paso por la pendiente hacia San Francisco, donde era imposible encontrar un rincón vacío. "Con este día está todo el mundo en la calle", era la frase más repetida entre las personas que acompañaba el tumultuoso grupo que seguía la procesión. Lo cierto es que Bilbao La Vieja respiraba pasión por lo religioso. Admiración por un Cristo que surcaba las calles de una de los lugares con mayor historia de Bilbao y que más respeta la figura de uno de los pasajes clásicos de la Semana Santa.
Poco a poco y con paso lento pero seguro, El Nazareno se fue abriendo camino entre las pobladas aceras, que con paciencia fueron acompañando al ritmo de los tambores y trompetas. El Puente de Cantalojas, las Cortes, San Francisco, y posteriormente, la Plaza Zabalburu y el regreso a Hurtado de Amézaga y San Francisco vivieron los momentos más emotivos. Los candiles del Cristo iluminaron cada rincón de las calles en un Lunes Santo que siempre es especial para los bilbainos.