Gordexola

Según dicen, la historia en Gordexola no se ve, se lee. Y ahora en el antiguo convento de Santa Isabel el dicho se cumple más que nunca. Las celdas de clausura del siglo XVII se han transformado en 21 confortables habitaciones en las que evadirse de las preocupaciones en un entorno incomparable. "Estamos en el lugar ideal y ofrecemos un servicio de calidad", explica el director del Hotel Ibaia, de cuatro estrellas, Anartz Fernández.

Los huéspedes ya disfrutan del encanto de las instalaciones y de la exquisita gastronomía. El nombre de Iñigo Elorriaga, ligado durante muchos años al restaurante Boroa, basta para hacerse una idea. "Sin olvidar la cocina vasca, probaremos algo diferente", prometió el cocinero. Ya lo han hecho los asistentes a la inauguración oficial de Ibaia.

El alcalde de Gordexola, Iñaki Aretxederra, y dos de sus predecesores en el cargo, Juan Luis Laskurain y Eusebio Rodríguez, ejercieron de anfitriones con los diputados de Agricultura y Administración Pública, Irene Pardo y Patxi Sierra Sesumaga, respectivamente, y la concejal de Turismo de Bilbao, Isabel Sánchez Robles, entre otros.

Los tres dirigentes municipales fueron testigo de los avatares del histórico edificio. Aretxederra recuerda la estrecha relación con las religiosas. "Eran entrañables y cariñosas y nos conocían perfectamente a todos los vecinos", rememora. Pero una en especial se ganó el afecto de la población por su alegría. La apodaban La Pepa y también había nacido en Gordexola. "Cuando las monjas se marcharon se notó un vacío en el pueblo que se ha llenado con este proyecto. Deseamos lo mejor al Hotel Ibaia, porque su éxito será también el nuestro", expresó el regidor.

Llegar hasta aquí no ha sido fácil. Ha habido que recorrer un largo camino desde que las monjas comprendieron que su permanencia en Gordexola era inviable. "La abadesa, Sor Josefina, me trasladó su preocupación porque solo quedaban 13 monjas", relata el entonces alcalde, Juan Luis Laskurain. El Ayuntamiento se hizo con el edificio por 30 millones de pesetas. Corría el año 1985. La construcción ha evolucionado de la amenaza de ruina a erigirse en un activo. Para ello, ha atravesado una profunda restauración, supervisada por Borja Angulo. La principal premisa ha sido "respetar los elementos de esta construcción tan singular". Por ello, han apostado por la sostenibilidad medioambiental y económica. También social, ya que "el hotel ha proporcionado puestos de trabajo".

Pero Ibaia no se conforma con eso. Aspira a ser "un centro de innovación, reunión empresarial y cultural", según su gerente, Itziar Arrospide. La primera exposición está dedicada a José Luis Zumeta. Sus coloridos murales ya adornan las estancias.