Abandonaron los juegos de muñecas fascinadas por la contundente presencia del buey, todo un icono del entorno rural que les rodea desde su nacimiento. Irene Artetxe, Ainhoa Ibarzabal y Amalur Arbelaiz suponen un soplo de aire fresco en las idi-probak, al descubrir el universo femenino que se esconde tras esta modalidad de herri kirolak. Las tres probalaris seguirán rompiendo estereotipos mañana, a las 21.00 horas, en el probadero leioarra de Ondiz, con un histórico desafío de mujeres.
Las tres se han integrado con normalidad en la actividad del baserri asistiendo en primera fila a las tareas más duras. Ainhoa todavía se acuerda del mal trago de su tío, el célebre Ramón Ibarzabal, Iketza, leyenda de las idi-probak, cuando en casa caparon a un buey. "Me sorprendió que se marease de la impresión", reconoce.
Su figura simboliza el nuevo rumbo de las idi-probak, que no permanecen impasibles ante la sociedad actual. Hace tres años Ainhoa sorprendió a Markina con su faceta espontánea de Miss, que le permitió ganar el certamen de Euskadi de tallas grandes. "Lo hice por hacer y hubo mucho cachondeo en el pueblo", señala esta joven treintañera.
Ninguna de ellas pasa desapercibida cuando se pone al frente de los bueyes. Todavía hoy sus participaciones en los desafíos despiertan en los aficionados un revuelo confuso en el que se mezcla la admiración, la aceptación y el cuestionamiento. Los comentarios de superioridad machista se deslizan cada cierto tiempo con ánimo de dejar las cosas como Dios manda.
"Qué, ¿vais a ir a ver la prueba a aprender?", señala un parroquiano a Irene y Ainhoa mientras estas esperan el inicio de una competición en Gatika, a la que asisten como público. "Ya ves, todavía tenemos que aprender", replica Irene con ironía.
Esta lezamarra se ha habituado desde hace cinco años a los desafíos contra hombres a falta de rivales femeninas. Irene ha preservado la afición en su entorno familiar. Ella cogió el testigo de su padrino, Benito Etxebarria, criador y competidor, y lo transmitió a su marido cuando se trasladó a Mungia.
Precisamente, la guerra de sexos lanzó hace seis años a Amalur a su primer desafío contra su cuñado, asistida por una amiga. "Decía que nos ganaban con los peores bueyes del pueblo. Los que cogió no eran los mejores, pero tampoco los peores", aclara. La suficiencia del cuñado quedó hecha añicos por la victoria in extremis ante el supuesto sexo débil.
"Nos ganaron por cinco centímetros", se lamenta. Madre de tres hijos, su pasión por el deporte le ha convertido en una vecina reconocible en Oiar-tzun. "Dicen, ahí va la loca de los bueyes, pero lo hacen con cariño", recalca.
Las tres rivales de mañana coinciden en lamentar la crisis de las idi-probak femeninas. "A las mujeres de ahora les da pena el animal. Qué pasa si el buey lleva la lengua fuera, siempre lo ha hecho", señala Irene. Ella misma ha tenido algún percance cuando una pareja le empotró contra un muro. Por su parte, Amalur atribuye la carencia de probalaris a la crisis general del deporte femenino: "Me llaman de clubes de sokatira y de remo, porque siempre les faltan mujeres".
La guipuzcona acude con ánimo ganador gracias a su espíritu competitivo y su buena forma física. Como principal rival tendrá a Irene, que entrena a sus bueyes cada dos días. La tercera en discordia será Ainhoa, que protagoniza su vuelta tras un parón de 13 años. Su maternidad y su residencia en un piso le han apartado de la primera línea. "Lo echo muchísimo de menos", reconoce.