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igeretxe es el hotel de los líos. Su historia tiene tanto de surrealista y disparatada como la comedia de los hermanos Marx, aunque en la trayectoria del hotel, situado a pie de la playa de Ereaga, hay más lloros que risas. La deuda millonaria contraída por la empresa que explotaba el servicio en las dos últimas décadas ha obligado al cierre de las instalaciones. Este débito con la Autoridad Portuaria, los trabajadores y la Seguridad Social ha derivado en una próxima subasta de la concesión del servicio mientras una docena de trabajadores espera la decisión judicial sobre su despido y el PP aboga por la reconversión de Igeretxe en un Parador Nacional.

El tiempo permanece inalterado en el exterior del hotel, donde todavía se muestra el menú de fin de semana -38 euros más IVA- de mediados de noviembre, cuando se cerró al público. Pero el deterioro de Igeretxe, que gestionaba la firma Dacma Igeretxe S. L., propiedad del empresario Agustín Iglesias, se remonta a cuatro años. Negocio exitoso desde hacía dos décadas, cuando las instalaciones del antiguo balneario fueron rehabilitadas, el devenir del hotel cambió cuando su gestor optó por la ampliación y diversificacion de sus negocios.

Iglesias adquirió el Hotel Los Chopos de Neguri, y tenía previsto abrir otro en un convento, junto al centro comercial Artea. "Ahí empezó un proceso dramático que se ha ido deteriorando en los últimos años porque, aunque Igeretxe siempre ha sido rentable al contar con clientela fija y una ubicación privilegiada, no fue igual con la carga financiera de sus otros negocios. A Iglesias le resultó insoportable y ya antes tuvo que cerrar las instalaciones de Los Chopos", explica a DEIA Alfonso Peraita, de la Federación de Servicios de Comisiones Obreras (CC.OO.).

Ahí se inició una huída hacia adelante de Iglesias que conllevó "un proceso de descomposición" del negocio traducido en impagos y falta de mantenimiento de las instalaciones. "El empresario no tomó las medidas financieras ni laborales necesarias, como un ajuste de plantilla o un expediente de suspensión de pagos", según el sindicalista. ¿El resultado? "Al final, no se pagaba a nadie", indica Peraita. Los más afectados han sido los trabajadores. De una plantilla de hasta 30 personas, al final son una docena los pendientes de un proceso judicial sobre su situación de despido. "A algunos se les adeudan hasta una decena de meses", apostillan a este diario.

Y esa deuda con los trabajadores no es, ni de lejos, la más abultada. Iglesias mantiene una con la Tesorería de la Seguridad Social, que ha embargado los bienes del hotel, que se acerca a los 400.000 euros y también otra, cercana a los 140.000 euros, con la Autoridad Portuaria de Bilbao, propietaria de la concesión del servicio sito a pie de playa. "También es importante remarcar que el titular mantiene una cuantiosa deuda con Hacienda", destacan desde la Autoridad Portuaria.

El resultado es que la Seguridad Social sacó el 26 de enero a subasta el derecho concesional del servicio de hotel, no el edificio como tal. Al quedar desierta, se volverá a intentar por segunda vez el próximo 30 de marzo. "La Seguridad Social puede proceder de este modo para que un tercero se haga con la concesión, previo pago de las deudas contraídas por el titular de la concesión", según la portavoz de la Autoridad Portuaria.

Parador Y mientras se resuelve el futuro de la concesión del servicio de hotel en subasta, el PP solicita la reconversión de Igeretxe en un Parador Nacional. Lo hará a través de una moción que irá a pleno este mes y la que se pedirá que el Ayuntamiento inste a la Secretaría General de Turismo del Ministerio de Economía a que acuda a la subasta para adquirir la concesión del hotel. El equipo de gobierno del PNV asegura que prefiere esperar al pleno para explicitar la posición jeltzale al respecto. "Todo lo que sea crear empleo está bien, aunque no será fácil lo del parador", explica el portavoz de CC.OO. "El edificio requeriría una inversión importante, una puesta al día después de liquidar las numerosas deudas. Somos pesimistas, no va a entrar nadie ahí en un tiempo. Y en caso de nueva actividad, se debería contar con los trabajadores despedidos", concluye Peraita.