LAS 6.000 gallinas que tiene en la nave de Igorre no le mandan como un jefe. Gana más que lo que le pagaban en la empresa en la que trabajaba antes y, lo mejor, sus clientes le dicen que los huevos que produce son muy buenos, de calidad y de un sabor exquisito. "¿Qué más puedo pedir? No me puedo quejar", relata Koldo Bilbao, un vecino de Igorre que desde hace un año cuenta con una explotación avícola en el municipio vizcaino. Eso sí, todos los días tiene que ir a recoger los huevos que ponen sus gallinas camperas. "Lo máximo que he cogido en un día han sido 5.500 huevos en cerca de tres horas. Evidentemente hay que trabajar, y todos los días hay que ir a la granja para recoger los huevos, pero desde que trabajo en la explotación tengo más tiempo libre que lo que tenía cuando trabajaba en la empresa", comenta.
Quería cambiar de vida Aunque su experiencia en el mundo rural ha sido positiva y se muestra contento con el negocio que montó hace doce meses, Koldo asegura que los comienzos no han sido fáciles, sino más bien complicados. "La decisión final es de uno. Por mucho que te digan, tienes que ser tú el que tire adelante. Lo primero es tener claro en qué te vas a meter. Hay que hacer una gran inversión y los permisos que hay que tener para poner en marcha un negocio así son un montón. El proceso requiere su tiempo", explica. Para tomar el camino correcto y dar los pasos adecuados, Koldo Bilbao, se dejó asesorar por quien realmente conoce el sector. "Es fundamental.
No te puedes meter en un negocio así a ciegas", comenta. Esteban Atxa, gerente de la asociación Euskaber, creada en Zaldibia en 2006, ha sido uno de sus grandes apoyos. "Fue sincero en todo momento. Me dijo que había demanda y que en Bizkaia hacía falta ampliar la producción de huevos.
Le creí, confié en él y me lancé a la aventura", explica el vecino de Igorre. Koldo buscaba abrirse nuevos horizontes y pensó en montar un negocio, pese a las tantas veces nombrada crisis. "Si no te mueves, nadie lo va hacer por ti", dice Koldo. Lo cierto es que valentía no le falta a este productor de 39 años.
La primera decisión que tuvo que tomar fue la de qué negocio iba a poner en marcha. No lo tenía claro. "El pelotari Imanol Aguirre de Artea me dijo que montara un negocio de cerdos con label, como el que tiene él, pero no me terminaba de convencer porque hacía falta un terreno grande y lo veía complicado", explica el productor. Tras asesorarse y consultar con técnicos forales y expertos en el sector Bilbao, se interesó por la producción de huevos. "Me dijeron que había una asociación y me puse en contacto con ellos. A partir de ahí todo fue poco a poco", explica. Sin experiencia, sin conocer nada de las explotaciones avícolas, Koldo, hizo números y se metió de lleno en montar el negocio de huevos. Solicitó permisos para levantar la nave en un terreno que tenía y que se ubica en el barrio Miguel Deuna de Igorre. "Aunque hay subvenciones la inversión que se necesita para habilitar una granja con las dimensiones que se exigen es muy grande", afirma. Pero Koldo Bilbao lo tenía claro. "Recuerdo el día que me trajeron a las gallinas. Costó mucho hasta poder conseguirlo".
Algún susto Es consciente de que todavía le queda mucho por aprender para evitar disgustos innecesarios como el que experimentó en carne propia en pasado verano. "En junio se me murieron 1.400 gallinas. Dejé las ventanas cerradas y del calor se debieron de ahogar. No me pasará más", se lamenta. Este mes se cumple un año desde que se iniciara en la producción de huevos con label, y sus clientes le dicen que tienen un sabor diferente, especial. "Yo sólo los como en tortilla. Tantos huevos comí de niño que ahora no me gustan mucho". Son cosas que pasan. Lo cierto es que Koldo no se arrepiente de la decisión que tomó. Está muy satisfecho. Este mes retirarán las gallinas que tiene en la nave. Le tocará limpiar el pabellón, desinfectarlo y dejarlo vacío durante quince días. "Aprovecharé para coger vacaciones hasta que me lleguen las nuevas gallinas", comenta.