sopelana

LA Sopelana bronceada con tabla de surf esconde misterios sin resolver. El enigma y la mística se dan la mano en el pico Fraidemendi, en Munarri, con un pináculo que brota de la nada, cuyo origen se pierde en el rastro de un pasado remoto. La sierra de Munarrikolanda también posee las claves de una humanidad ancestral con cuatro tumbas neolíticas con más de 5 milenios de antigüedad.

La Diputación quiere destapar estos enigmas en octubre, incluyendo a Sopelana por primera vez en sus jornadas de patrimonio. El Ayuntamiento aprovechará la ocasión para descubrir una Sopelana insólita dispuesta a sorprender al visitante con un intenso pasado. Las cumbres sopelaztarras conservan un registro histórico tan variado como impactante desde vestigios de la remota prehistoria hasta ruinas del Cinturón de Hierro desperdigadas por las colinas con búnkers y nidos de ametralladora.

Precisamente, este repertorio constituye la base del circuito que prepara el Ayuntamiento para sacudirse su estereotipo playero, que monopoliza su oferta turística. A este respecto, las jornadas de la Diputación suponen un ensayo de la futura ruta municipal.

El itinerario recorre el límite interior de Sopelana y dispone de atractivos fascinantes envueltos en el halo del misterio. "Es un patrimonio que nos diferencia del resto de municipios", destacan estas fuentes. A la cabeza de todos, el más desconocido, Munarri, el pináculo, un enigma sin resolver objeto de las más diversas teorías de arqueólogos e historiadores.

Su estado actual se asemeja a la prolongación de las torres góticas, uno de los recursos ornamentales en la arquitectura religiosa de la época. La piedra conserva adornos que así lo indican pese al desgaste de 500 años. Sin embargo, los especialistas consideran un origen mucho más remoto que justifica este alarde gótico en plena montaña. Estos expertos sitúan la piedra en el epicentro de un rito pagano relacionado con la fertilidad que, al parecer, el cristianismo ocultó con un elemento estético más reciente.

Para llegar a este punto, los visitantes deberán recorrer Munarrikolanda, un camposanto de la prehistoria. Esta pequeña sierra ofrece algunas de las vistas más privilegiadas de la localidad, lo que motivó su militarización durante la Guerra Civil como fortín defensivo de Uribe Kosta.

El itinerario es uno de los paseos más frecuentados por los sopelaztarra por su inmediatez, situado a las puertas del casco urbano desde el polideportivo, y el buen estado de conservación de la pista. El Ayuntamiento se propone situarlo en la esfera turística antes de fin de año con la incorporación de paneles identificativos de los restos arqueológicos.