Bilbao. El bilbaino Eduardo Terreros todavía consigue la admiración del público, expresada en un silencio tenso cuando derrapa en la half pipe y se lanza hacia el cielo. Recientemente tomó parte en una muestra de Skate que Soda Ramps organizó en la plaza del Arriaga.
¿Qué significa para usted la bicicleta?
Hoy ya no compito profesionalmente, trabajo para Redbull y sólo hago exhibiciones por diversión. Estaba acostumbrado a romperme algo todos los años, pero hace año y medio tuve una lesión en el codo muy importante y dije adiós a los grandes esfuerzos. Perdí algo de movilidad pero sigo montando.
Hace poco participó en una exhibición en la plaza del Arriaga. ¿Es lo más alto que puede volar?
Mi especialidad es la half pipe, una media pipa, la rampa. No es lo más arriesgado pero es espectacular, son las transiciones de rampas más grandes que hay. La que se montó en Bilbao se quedó un poco pequeña. Vuelo bastante más alto.
Lo de volar alto, ¿le gusta desde pequeño?
Empecé con una edad en la que todos los chicos andaban con las típicas California, las BMX... Siempre íbamos con la bicicleta, hasta que un día mi primo trajo de Irlanda una revista en la que salían auténticos profesionales de este deporte y me dije: ¿Esto qué es? ¿Cómo puede ser que hagan estas cosas? ¡Y eso que eran sólo fotos! No podía saber hasta qué punto era espectacular lo que estaban haciendo. Conocí a unos chicos que me introdujeron en el mundillo y de ahí todo para adelante.
Los chavales se acercan para decirle a usted que es "un grande". ¿Por qué les atrae tanto el skate y el Bycicle Moto Cross?
Aquí sencillamente les gusta, les llena. En Estados Unidos es muy diferente, está todo más contaminado, es comercial, la gente busca conseguir gloria. Muchos niños quieren eso, tienen a las grandes figuras como ejemplo a seguir. Aquí apenas se ve este deporte, así que es por afición.
Y ahora, ¿dónde encuentra espacios para no perder la habilidad?
En Las Arenas y en Leioa, que ha hecho una pista bastante buena... Ahí me junto con muchos jóvenes a los que ya les quedo un poco mayor porque van a otro rollo. De todos modos he visto a muchas generaciones pasar por ahí. Luego ya empiezan la universidad, buscan novia y trabajo y se acabó. Para dedicarte a esto o tienes mucha personalidad o eres un poco loco y descerebrado.
¿Así se considera usted?
Sí, nunca me he considerado muy coherente o responsable.
¿Tampoco sobre la bici?
Al principio tienes que tener chaladura pero luego vas conociendo a gente y hay gente que es muy buena y que estudia mucho las cosas. Yo siempre he hecho todo a la brava. Cada uno evoluciona a su manera. Hay gente que primero lo medita y luego lo hace. Por otro lado están los que vamos y lo hacemos salga lo que salga.
No le ha ido nada mal para pertenecer al segundo grupo...
Siempre he vivido la bicicleta como una diversión. Hay gente que se propone ser el mejor. Yo he dejado que las cosas me viniesen y he disfrutado durante años.
¿Tiene algo que ver hoy la BMX con la cultura urbana?
¿Cultura urbana? Si se le quiere llamar así... A todo lo que se sale un poco de lo tradicional se le llama ahora cultura urbana, pero muchos de los deportes underground o extremos se están metiendo en las olimpiadas porque hay mucha gente que lo practica. La gente se ha cansado de hacer fondo o anillas, de tanto entrenamiento, la gente busca diversión y lo bueno del BMX es que vas a campeonatos, conoces gente nueva...
¡Y hay piques constantes!
Tiene que haber un poco de pique. A veces tienes que ser un poco competitivo para que tu evolución no sea tan lenta. Pero generalmente hay buen ambiente y es todo muy sano.
¿Cuál es su truco más complicado?
Hay varios. Por ejemplo, dar una vuelta en el aire con la bicicleta mientras giras el manillar.
¿La parte más satisfactoria?
Indudablemente la recompensa del público.
¿Recomendarías a los chavales que se dedicaran a esto?
Depende de cada chaval. Si te gusta, hay que luchar por lo que te gusta. Es lo único que les puedo decir.