Quiero aprender a esquiar con un monitor. Ese deseo común a tantos mortales en algún momento de su vida se despertó en Hilario Apraiz un poquito tarde, cuando ya gastaba sesenta tacos de calendario. El hombre se deslizó por las blancas colinas hasta que, ya octogenario, una de sus hijas, Idoia Apraiz, decidió que ya era edad de riesgo y se lo prohibieron. Hilario se hizo entonces maestro de billares y ahora sueña, cada día que pasa, con una carambola diferente. Ahora se desliza el marfil de las bolas sobre un manto verde, algo menos arriesgado que el calcio de los huesos sobre un manto blanco...

Cada día que pasa, he dicho. Y cada día que ha pasado ya son muchos, puesto que Hilario cumplió ayer cien años, una edad de peso. También conoce, gracias a su mujer, Carmen Intxausti, natural de Kanala, los placeres de la navegación por la ría de Gernika a bordo del Arbei, su velero de confianza. Pero Hilario se ha hecho un nombre como arquitecto y es de los pocos hombres del siglo XX que tienen en su haber la edificación de una iglesia. En Orozko, para más señas. No ha sido su único trabajo. no en vano fue arquitecto municipal de Bermeo y hay toda una geografía arquitectónica que lleva su sello, un estilo que se define como arquitectura vasca.

Ayer se tomó un respiro en su apretada agenda. No por nada, los comedores de todo un clásico, la cafetería Toledo, en la desembocadura del Parque de Doña Casilda, fueron los elegidos para rendirle un homenaje organizado a dos bandas, entre el Colegio Vasco Navarro de Arquitectos y su propia familia, de la que faltaba Josu Apraiz, el hijo muerto que le dejó en herencia un buen grupo de amigos. "No sabía que tuviese tantos", aseguraba el día del funeral. Los hizo todos suyos y muchos de ellos se aceraron ayer a un homenaje en el que estuvieron presentes su otra hija, Karmele Apraiz, Inés Intxausti, José Miguel Bonilla, Julián Presa, Enma Oyarzabal; Eduardo Múgica y Gloria Iriarte, autores de la ampliación del Ayuntamiento de Bilbao; Ana Barrios, Juan Ramón Moreno, Gloria Iriarte, Marisa Fernández, el arquitecto Ignacio Intxausti, Janire Zarandona, Javier Arenaza, Chema Ibarra, María José Latorre, Meritxel Iza, el navegante Unai Basurko, los hermanos Javier y Alberto Alonso, Iñaki Dopazo, Asier Arrate, Patxi San Pedro, Leire Itza; las nietas de Hilario, Oiane y Arraiz Alonso, Mirian Apraiz, Andrés Santamaría, José Cruz Erice, Marian Serrano y un buen número de amigos y compañeros de viaje de un hombre que ha cruzado todo un siglo cargado de inquietudes y con una vitalidad a prueba de calendarios.