Bilbao. Es un libro atípico sobre la muerte. Ya su principal idea, "acepte que vamos a morir, pero que ello no le ocupe ni un minuto de su vida", es toda una declaración de principios. Bilbaino y médico de familia en Trapagaran, Ignacio Berciano se acerca al tan denostado tema de la muerte de un modo desenfadado y con un mensaje claro: aproveche la vida hasta el último minuto.

¿'Aprendiendo a morir'? ¡Vade retro!

Se equivoca. ¿Verdad que tiene un seguro de coche?

Sí, pero es que es obligatorio...

Pero tal vez lo tenga a todo riesgo, que no lo es. ¿Está tentando a la suerte para tener un accidente? No. Tenemos que desdramatizar la muerte; no pensar en ella no nos hace más longevos. Y lo contrario, tampoco.

Yuyu, yuyu...

Es algo cultural. En otras culturas es un momento de felicidad, un hasta luego. Un amigo me contaba que en Irlanda hay personas que, incluso, celebran una fiesta de despedida. Y aquí, en una sociedad con raíces cristianas, es un drama terrible.

Es que morirse es terrible...

No es terrible; es natural, como nacer. Otra cosa es que alguien muera con 20 años. Pero ya no lo vemos así, porque arrinconamos la muerte y la enfermedad. Antiguamente, los cementerios estaban al lado de la iglesia, dentro del pueblo, y la romería se hacía ahí mismo. Ya no se hacen velatorios. En cuanto se muere alguien, se lo llevan corriendo, como si fuera algo vergonzante.

Y eso, ¿por qué?

Porque son cosas que nos asustan. Nos da miedo, no queremos saber.

Pero es que da un mal rollo...

A veces, hasta a mí me da la sensación de ser un friki hablando de esto... Es un tema del que hay que hablar con naturalidad. Si lo vas callando, ignorándolo, cuando te caiga quizá te pille desprevenido. No hay que estar todo el día hablando de ello, pero tampoco hacer la del avestruz. Fernando Sánchez Dragó dice que ya tiene preparado su ataúd; no hay que llegar a esos extremos.

¿Cómo se aprende a morir?

Aprendiendo a vivir, disfrutando de la vida. Para que, cuando te toque, puedas mirar atrás y estar satisfecho con la vida que has tenido, no pensar qué putada que me muero, con todas las cosas que no he hecho...

¿Por qué nos asusta tanto?

Es el miedo a lo desconocido y el hecho de que sea irreversible.¿Nos asusta más nuestra muerte o la de nuestros seres queridos?Personalmente, la de mis seres queridos. Lo que me va a doler es que me falten ellos. Los epicúreos decían que la muerte no les importaba; cuando ella estaba ellos ya se habían ido y cuando ellos estaban, ella aún no había venido.

Duele la ausencia.

Lo peor no es la muerte en sí, sino que esa persona ya no va a estar más contigo, el hueco que deja en tu vida. Así que, aproveche ahora que puede para estar con ellos. Como he dicho antes, disfrute la vida. Piense que dentro de 100 años no quedará nadie de los millones de personas que habitamos el mundo ahora. No es algo tan excepcional.

"La muerte es lo que da todo el valor a la vida", dice. ¿No es demasiado dramático?

En absoluto. Una vida eterna sería aburrida; lo que le da valor es saber que dura poco. Es esa certeza de que el tiempo es limitado lo que te hace aprovecharla.

Sinceramente, mi mayor miedo es una muerte dolorosa.

Salvo los accidentes, que son los menos, no tendría por qué tener una muerte dolorosa. Hay medios para controlar los síntomas de dolor, angustia... Nadie debería tener ya miedo al dolor físico.

Algo casi sin enterarse.

Para uno mismo, creo que todos firmaríamos por una muerte rápida, sin enterarnos. Pero para tu entorno es mucho más duro. Una enfermedad da tiempo a mentalizarse, a hacerse a la idea de que esa persona va a faltar y a despedirse de ella.

Somos los únicos seres con conciencia de que vamos a morir. ¿Bendición o maldición?

Puedes pensar que siendo un delfín serías más feliz, porque no sabe que va a morir, pero desaprovecharías tu vida al no saber que es limitada. Tiene una perspectiva de vida de X años; trate de aprovechar el tiempo.

¿Viva rápido y deje un bonito cadáver?

En Blade Runner dicen que las estrellas que brillan más son las que duran menos, pero cada uno escoge su filosofía de vida. Hay quien se cuida para vivir mucho y quien quiere una vida llena de adrenalina.

Como aquél que se cuidó toda la vida y le cayó un ladrillo en la cabeza.

La muerte es injusta en ocasiones, claro que sí. Como la vida. Nadie ha firmado un contrato para vivir tantos años si haces ciertas cosas...

En el libro recoge un buen número de citas. ¿Cuál es su preferida?

Morir todos vamos a morir, pero no quiero escribir cada día un testamento, una canción de Ariel Rot. Recoge la esencia de lo que quería transmitir: acepte que vamos a morir, pero que eso no ocupe ni un minuto de su tiempo. Aprenda lo que hay, inclúyalo en su bagaje intelectual y vaya a disfrutar de una cerveza en una terracita.