Bilbao. Marian Egaña transmite entusiasmo cada vez que habla de la Alhóndiga, un proyecto en el que está involucrada desde el año 2002. Ese entusiasmo es el que le contagió a Philippe Starck para que se hiciera cargo de la obra. Ahora, ocho años después y en vísperas de la inauguración, la consejera delegada de la sociedad AlhóndigaBilbao sólo quiere que el edificio comience a tener vida.

Ya sólo faltan horas para la inauguración. ¿Qué siente? ¿Nerviosismo? ¿Satisfacción?

De todo un poco. Es una mezcla de emociones. Por un lado, veo que por fin se abre el edificio a la ciudadanía, y por otro, que quedan los detalles que hay que rematar con la presión lógica del tiempo, de los plazos.

¿Se le escapará alguna lagrimilla el próximo martes?

No. Eso igual ocurre el día que el proyecto haya cogido su ritmo y yo me tuviera que ir. Pero el día de la inauguración, y aunque esté mal decirlo, estaré pensando en el día siguiente, en que esté todo preparado para la apertura al público.

O sea, que usted no va a disfrutar mucho ese día.

No lo sé. La verdad es cuando estás metida en un proyecto de estas características no puedes disfrutar mucho. Yo creo que a partir de diciembre, cuando todo esté en marcha, podré empezar a pensar en otros aspectos que no sean la pura gestión.

¿Pensó en algún momento que no llegaría este día?

En un proyecto tan largo como este siempre se puede tener la sensación de que no va a ver la luz, pero el año pasado, cuando pusimos fecha de inauguración, aunque te entra un poco de vértigo, ves que llega el momento. Se hace así porque si no las obras se harían interminables. Hubiéramos estado otro año más buscando la perfección.

¿No le han parecido interminables estos ocho años de obras?

No, porque para mí éste ha sido un proyecto apasionante. Habré podido tener algún día malo, los viernes, sobre todo, cuando acabas la semana muy cansada y dices: no puedo más. Pero nunca me ha pesado el proyecto, a pesar de su complejidad.

¿Tan complejo ha sido?

Sí, porque ha habido que rehabilitar el espacio interior de un edificio que debíamos mantener y restaurar la fachada, con el inconveniente de estar situado en el centro de la ciudad y rodeado de viviendas.

Por eso han sufrido tanto los vecinos

Pues sí. Los bilbainos han sido los más afectados. Por eso, para mí fue un motivo de gran satisfacción cuando vi a los vecinos en la primera visita guiada. Yo creo que aquel día fue la verdadera inauguración social.

La siguiente será cuando se abran las puertas al público, el próximo miércoles.

Por supuesto. Ese será el gran día, cuando el edificio se transforme y comience a tomar vida. Porque este edificio es un proyecto en el que siempre ha estado claro que las personas eran lo importante. Por eso, yo tengo muchas ganas de que la gente comience a disfrutar de este maravilloso edificio.

¿Por qué es tan maravilloso?

Porque suma una serie de conceptos. El gran valor de este edificio es que no es un museo, tampoco un polideportivo ni una mediateca, sino la suma de todo ello. Lo maravilloso es que en un espacio integrado se tienen todas las posibilidades de servicio.

¿Qué es lo que más le gusta del edificio a la consejera delegada de AlhóndigaBilbao?

No lo sé. Quizá el espacio, los vacíos que veo en los espacios. Por eso me gusta el espacio del atrio y de las terrazas. Pero también me encanta el auditorio, los cines, la mediateca, en fin, todo. Esa permeabilidad del edificio me parece otra de las cosas magníficas que tiene.

Y de los equipamientos, ¿cuáles destacaría?

También todos. Yo creo que todo el mundo va encontrar un espacio en el que se va a encontrar a gusto. Bien sean las piscinas, la mediateca, la zona de restauración para comer o tomarse un café...

Y usted, ¿de cuál va a ser asidua?

Me encantaría decir que de la actividad deportiva, porque me convendría, pero eso no se ajustaría a la realidad. Yo creo que voy a usar mucho la sala de exposiciones, el auditorio y los cines.

¿El éxito de las visitas guiadas es un indicativo esperanzador?

Yo creo que sí. Las impresiones que hemos recibido de las 8.000 personas que han visitado las obras son magníficas.

Por cierto, unas obras que van a superar los 70 millones de euros sin contar el equipamiento. ¿Le parece una cifra razonable?

Yo creo que es una inversión que ha generado una importante actividad económica en unos tiempos de crisis como los que vivimos.

¿Han realizado algún estudio del impacto económico que pueda generar en la capital vizcaina

No. Todavía no. Lo haremos dentro de un año. Ahora consideramos que es más importante ajustarnos a la realidad de los usos y los costes.

¿Cómo llegó usted a este proyecto?

Cuando Azkuna accedió a la Alcaldía me ofreció llevar el proyecto porque yo había participado desde el Área de Cultura del Ayuntamiento en la elaboración de un plan de viabilidad sobre la Alhóndiga.

¿Le sorprendió?

Pues sí, mucho. Para mí fue una sorpresa porque no pensaba que se me iba a ofrecer esa posibilidad. Por eso, fue una enorme satisfacción y a la vez una gran responsabilidad.

¿Qué es lo primero que hizo?

Contactar con creativos para explicarles que este edificio debía tener su particularidad, su alegría, sus mundos diferentes y mágicos.

Y eligieron a Philippe Starck.

Nos pusimos en contacto con él y aceptó que le expusiéramos el proyecto, algo que ya era muy importante para nosotros ya que a este hombre le llegan más de cien proyectos a su estudio y no recibe a más de cinco. Algo le debió sorprender porque accedió a tener una entrevista.

Así que fueron a París.

Sí. Nos recibió y de entrada nos dijo que sólo teníamos media hora para explicar el proyecto. Le explicamos todo de forma resumida y cuando acabamos comenzó a preguntarnos cosas. La entrevista se fue alargando y al de dos horas y media de reunión nos preguntó por la programación. No le supimos dar muchos detalles porque, en 2004, esas cosas sólo eran ideas en la cabeza.

Al parecer, las dos partes se quedaron contentas

Nosotros sí, por supuesto. Nos quedamos muy satisfechos. Posteriormente le enviamos un correo electrónico diciéndole que había sido muy grata la entrevista y él nos dijo que nos enviaría una respuesta en 15 días.

¿Qué pasó al de 15 días?

Nos envió un correo preguntando cuánto dinero tenía el Ayuntamiento de Bilbao para pagar su contrato. Aquello para nosotros fue un flash muy grande.

¿Qué le contestaron?

Le contestamos que estábamos dispuestos a darle 3 millones de euros como cantidad máxima por toda la obra. Nos costó mucho darle esa cifra porque no sabíamos lo que cobraba este hombre. Si fuera hoy, no seríamos tan osados.

Y aceptó.

Sí. Yo no me lo podía creer.

¿Qué cree que le influyó a Starck para aceptar el proyecto?

Yo creo que en la decisión que tomó tuvo mucho que ver el hecho de que le insistiéramos que el edificio era municipal, es decir, que se iba a pagar con los impuestos de los ciudadanos. Por otra parte, yo creo que también influyó el concepto del servicio público y de equipamientos que se van prestar en el interior del edificio.

Debe estar muy orgulloso con el proyecto porque recientemente ha dicho que es uno de los mejores de su vida.

Sí, ya lo he leído. Es algo muy positivo para nosotros y para Bilbao. Ha sido una sorpresa lo de este hombre porque se ha implicado muchísimo en el proyecto. Está muy ilusionado con todo el trabajo.

¿Ha venido muchas veces a Bilbao a controlar la obra?

Últimamente ha venido regularmente, una vez al mes aproximadamente.

¿Cómo es Philippe Starck?

Inicialmente es un hombre contenido, supongo que es algo habitual en personas que viven rodeadas de personas tan diversas. Pero una vez que se tiene un mínimo de confianza con él, es un hombre muy natural.