HAY algo que no concuerda en el guión de la película que se podría escribir sobre la agónica crisis que viven las salas de cine en Bilbao, agudizada por el próximo cierre del Capitol. Las cifras de espectadores aumentan -el año 2009 se contabilizaron 90.000 en Bizkaia- un 3% más que el año anterior, y los cines desaparecen en Bilbao -de las 38 salas de los años setenta sólo quedan cuatro-. ¿Dónde van entonces los espectadores a ver películas? La respuesta está clarísima: al extrarradio, a las grandes superficies. Los espectadores huyen de la ciudad en busca de un plan global consumista que incluya una película, unas compras y una merienda o cena de comida rápida. Los amantes y no amantes del séptimo arte han cambiado los hábitos de consumo. El plan de ir al cine ya no se limita, como antaño, a ver exclusivamente una película y pasear después por la Gran Vía. Ahora, las grandes superficies son un reclamo estupendo para pasar el día o lo que se tercie, siempre y cuando se vaya con una buenas tarjeta de crédito. Todo eso ha hecho que el cine de barrio en Bilbao se vaya desangrando con el paso de los años.

Con esa tendencia de hábitos urbanos, los empresarios del sector de la exhibición cinematográfica también se han ido amoldando a los nuevos tiempos. Ya lo hicieron a principios de los años setenta con la transformación de las grandes salas en muliticines. El mismo Capitol, que era un cine con capacidad para albergar a más de quinientos espectadores, se dividió en cuatro salas. Los Mikeldis, que también se cerraron en 2006, tomó ese nuevo nombre tras "sacar" cuatro pequeñas salas de lo que era el cine Izaro, en la calle Alameda Urquijo. Lo mismo le sucedió al Ideal Cinema. Sin embargo, otros históricos cines de la capital vizcaina tomaron derroteros diferentes tras su cierre, que nada tenían que ver con el cine. Así, por ejemplo, el Trueba se convirtió en un hotel; el Astoria siguió el mismo camino que ahora va a tomar el Capitol, es decir, se transformó en una tienda de material deportivo, y el cine Gran Vía se ha reconvertido en oficinas y en un centro cultural de la BBK. En el cine Buenos Aires ya no se ven películas sino móviles de una compañía de telefonía. Y el mítico cine Gayarre se transformó en un parque público.

sobrevivir El goteo de cierres de cines ha sido constante en los últimos años en la capital vizcaina. Los Mikeldis echaron la persiana en 2006 tras no poder soportar que unas salas con capacidad para 1.312 espectadores sólo recibieran entre 200 y 300 personas los fines de semana. Actualmente sólo sobreviven tres salas de exhibición en Bilbao: los Multi, en la calle José María Escuza; los cines Renoir, en Deusto, y los del centro comercial Zubiarte, en Abandoibarra. Por contra, la oferta cinematográfica en lo que se denominó en su día el Bilbao metropolitano se consolida. Los cines del centro comercial Artea, en Leioa, del Puerto Deportivo, en Getxo; Megapark y Max Center, en Barakaldo, y Ballonti, en Portugalete, absorben la demanda. Hasta el momento, de estas salas sólo Bilbondo ha fracasado. En Bilbao, la esperanza, tras el cierre del Capitol, está en la Alhóndiga, que tendrá siete salas.