Güeñes

a priori, el clima extremo y la aridez del desierto del Sahara son incompatibles con el cultivo. Martín Pérez intenta reconciliar estos términos mediante una iniciativa que pretende crear un huerto con la singularidad de que sería "al aire libre y no en invernaderos tal y como sucede en la mayoría de los sitios".

Y es que, una dieta integrada por "carne de oveja, cabrito o camello, un poco de legumbre y arroz y latas de atún que les envían o que ellos compran en Mauritania", provoca que la población saharaui tenga ciertas carencias alimentarias.

Para tratar de solucionarlo, intenta buscar la forma de financiar los 87.000 euros que costaría el proyecto y estudia cómo desarrollar la logística. En esta tarea ha contado con la ayuda de los ayuntamientos de Güeñes y Alonsotegi, "que se han volcado, algo que les agradezco mucho".

La idea comenzó a rondarle durante una visita a la población saharaui de E´Mheris el pasado mes de diciembre. "Sus habitantes me contagiaron su ilusión por tener su pequeña huerta", relata. Además, este enclave es especialmente propicio para la agricultura.

Condiciones adecuadas

La zona más alta

Con la excepción de las zonas montañosas, sus 400 metros sobre el nivel del mar lo convierten en "el lugar más elevado no sólo del Sahara, sino también de Argelia, Marruecos y Mauritania".

Por esta razón, cuando el termómetro se eleva hasta alcanzar los sofocantes 50 grados centígrados las familias se trasladan allí a pasar el verano. "En esa época la población pasa de unas 250 a 5.000", compara. Y hay que saber extraer a la naturaleza todo el potencial que esconde para que consigan subsistir.

Por las exploraciones que se hicieron vía satélite descubrieron que bajo la tierra existen numerosos conductos de agua subterránea y que "también hay 12 pozos de los cuales sólo dos están activos porque los soldados marroquíes cerraron el resto con el objetivo de negarles el acceso al agua".

A su vuelta a Enkarterri, se puso manos a la obra para trasladar la teoría y los deseos a la práctica y la realidad. Primero, envió a analizar las muestras recogidas in situ para comprobar la viabilidad de la creación de una hectárea de huerta.

Por ejemplo, "el agua tiene unas características diferentes, es muy alcalina y puede que haya que introducir algunos filtros para mejorar su calidad". En segundo lugar, se puso en contacto con empresas especializadas en terrenos difíciles de cultivar.

Según los planes que se han marcado, este año esperan concretar aspectos como la manera en la que se llevaría a cabo el traslado de los materiales hasta el Sahara. "La intención es transportar en barco lo más indispensable y luego mandar dinero para que el resto de las cosas se compren allí", indica.

Así, calculan que habría que enviar al Sahara bombas de agua y un tractor con cultivador y rotabator con los que crear los pozos para habilitar un sistema de riego y preparar la tierra respectivamente. Ya en 2011 se desarrollaría la parte más práctica.

"Sólo para encontrar agua se excavan como poco 60 metros. Nosotros construiríamos un pozo de 2x2 metros con tabiques que lo protejan y después una bomba sumergible para sacar el agua a la superficie ", asegura.

En base a los estudios que han efectuado, se estima que será necesario almacenar 60 m3 diarios de agua, que se distribuirían con el sistema de riego gota a gota. "Hay que sacar el agua de los pozos, almacenarla en una especie de piscina y, desde ahí, conducirla al terreno a través de una red de tuberías", describe.

La tierra también requeriría su puesta a punto "aportando abono y turba", además de proteger la hectárea de cultivos con una cerca para evitar los ataques de los animales. La fuerza del viento, que podría malograr la cosecha, es otro de los enemigos del huerto.

Los vecinos esperan que esto no suceda, porque si llega este proyecto llega a materializarse "aportaría desarrollo". Debido a su importancia para la región, "estamos trabajando para la firma de un convenio con el ministerio saharaui de Cooperación".

E´Mheris se encuentra en las llamadas zonas liberadas, que están más deshabitadas porque la gente piensa que los campamentos de refugiados gozan de más protección.