Bilbao. Un niño modelo, buen estudiante, formal, educado, nada conflictivo. No había razones objetivas para que, Iker, de 12 años y vecino de Amorebieta, abandonase el hogar familiar por voluntad propia. En la cabeza del menor, sí las había. El martes salió de su clase de inglés y decidió no regresar a casa. Pasó toda la noche solo. Caminó a oscuras y se resguardó del frío en la borda de un pastor, en Lemoa. ¿Qué lleva a un niño a tomar esa decisión? El miedo a comentar a sus padres un problema escolar, pudo ser el causante de esta decisión que mantuvo en vilo durante 20 horas a familiares, amigos y a todo un pueblo, que se volcó para localizarlo.

Nadie pensaba que Iker se había ido por voluntad propia.

Pero la realidad no es siempre como uno la percibe. Un niño no tiene que ser rebelde para coger y marcharse de casa. Cualquier menor puede huir como lo ha hecho Iker. La cabeza de un niño puede albergar millones de pensamientos, de fantasías...

¿Lo hizo por miedo?

Parece que el causante fue un problema escolar. Lo resumo con una frase: escasa resistencia a la frustración.

¿Planeó huir?

No lo planeó.

¿Fue un impulso?

Sí. (Con rotundidad).

¿La solución más fácil?

No la más fácil, pero sí la más rápida. Evitó enfrentarse al problema que tenía al llegar a su casa.

El niño no llama, se esconde y espera a ser encontrado.

El tiempo jugaba en su contra, porque los niños fantasean con las posibles consecuencias.

Se marchó solo. Es valiente.

Ante una situación que ellos viven de vergüenza, lo hacen, sacan la valentía. Pero no lo ha pasado bien.

En algunas fotos aparece sonriente. ¿Satisfecho?

En su pose pide a sus familiares que le demuestren lo que ha supuesto encontrarle sano y salvo. Mientras, el paso de sus acompañantes es amplio. Él parece que va parado, lento, como expectante...

¿Iker era consciente de lo que estaba generando su decisión?

No. Ante una mala noticia, Iker ha dado una buena. Le han encontrado bien. Una noticia compensa a la otra.

¿Los padres se lo ponen todo demasiado fácil a sus hijos?

No les damos lo principal. Hay que decirles cómo deben de enfrentarse cuando tengan un problema.

¿Cuál es la reflexión que debe de hacer la sociedad?

Vivimos en una sociedad que se centra en la calidad de vida de sus mayores, pero ¿qué cuidados les estamos prestando a los menores? ¿Les estamos enseñando a asumir las consecuencias de un fracaso?

Tarea complicada la de los padres.

No es fácil, pero los padres no pueden huir como hizo Iker.

Cuál debe de ser la primera reacción de los padres: ¿el abrazo o la regañina?

Un abrazo. Con la regañina no se consigue nada.

¿Y después? ¿Hay que llevarle al psicólogo?

No, ¿por qué? Después hay que sentarse con el niño y hablar. Mostrarle las posibles salidas que hay para dar solución a su problema. Hay que decirle: "Lo que has hecho, ya está. Esa ha sido tu forma de darle solución a tu problema, pero hay otras".