Ni siquiera el viento, que hizo que ya avanzada la tarde se cortara la luz, deslució la comida con la que 150 personas homenajearon a Jose Mari Agirre, que deja la presidencia de la ikastola Zubi Zaharra de Balmaseda después de 30 años. El traslado al que fue colegio de las monjas; el crecimiento de las aulas, incluyendo educación Primaria y Secundaria, y dos Ibilaldis han sido algunos de los hitos que ha presenciado en este intervalo de tiempo.
Pero también la fundación de la ikastola. "En aquella época había mucho movimiento cultural euskaldun con txistularis, coro infantil... pero faltaba lo esencial, así que constituimos una cooperativa que llamamos Zubi Zaharra para aglutinar todo y que la ikastola diera sus primeros pasos", recuerda. No sin dificultades, empezaron a impartir clase a 13 niños, de entre 2 y 6 años, en un local cerca del actual Klaret Antzokia, en 1972.
Poco a poco fueron creciendo "hasta tener clases con cerca de 40 alumnos" y se hizo necesario ampliar las instalaciones. "Compramos un baserri y en 1998 nos trasladamos al edificio que hasta entonces habían ocupado las Hijas de la Cruz. Gracias al cambio de ubicación "pudimos ampliar la oferta desde los 0 años y hasta Primaria".
El siguiente punto de inflexión llegó cuando adquirieron el inmueble en 2003. "Jose Mari tuvo mucha culpa de que la negociación saliera bien", apunta el actual director del centro, Mikeldi García. Sin embargo, el hasta ahora presidente -que sigue formando parte de la junta como vocal- asegura que "somos un equipo y entre todos nos hemos convertido en referente de calidad".
Los 13 alumnos de los primeros tiempos se han multiplicado hasta superar los 400 a día de hoy -incluyendo también la educación Secundaria en un edificio inaugurado hace cuatro años-. Una evolución que no ha estado exenta de obstáculos. "Cuando compramos el baserri tuvimos que firmar como avalistas y la incertidumbre de no saber si nos concederían préstamos también es complicada".
Otro episodio que no olvida es el último Ibilaldi que organizó Zubi Zaharra, el de 2007; para lo bueno y para lo malo. Aunque la climatología casi arruinó la fiesta, "la gente se volcó con nosotros y al final tuvimos un beneficio de 300.000 euros". "No hay palabras para agradecer lo bien que se portaron", añadió.
Jose Mari también reiteró su agradecimiento a todos los compañeros que le acompañaron el pasado sábado. "De los nervios, tenía un nudo en el estómago, pero fue un día fantástico", concluyó.