Bilbao

Cuatro de febrero de 1951. Veinticinco vecinos de Arratia se juntan por primera vez para cantar, por los pueblos que forman el valle vizcaino, coplas en honor a Santa Águeda. Bajo la batuta de Javier Etxebarria, el coro, formado inicialmente por hombres, cantaba los versos a tres voces. Ataviados con blusones, camisas blancas, abarcas y txapelas, los integrantes de aquel voluntarioso primer grupo de amigos ponían voz a las partituras compuestas por Aita José Domingo de Santa Teresa, carmelita del convento de Larrea de Zornotza.

Hemos cambiado de siglo y con él muchas cosas; el grupo es ahora mixto, sus integrantes se han multiplicado, y no faltan ningún año a su cita en Bilbao el 4 de febrero, víspera de Santa Águeda. La figura de la virgen de Sicilia, a pesar del paso de los años, goza en Bizkaia de un gran arraigo, ya que su dramática historia sigue cobrando protagonismo todos los años. La agrupación arratiarra nació dentro de esa tradición, por iniciativa de Juan Bernaola, de Artea, y de Víctor Sierrasesumaga, vecino de Areatza. Las personas que lo formaban por entonces pertenecían a dos coros que cantaban por separado en sus respectivos pueblos. Pero como la unión siempre hace la fuerza, decidieron juntar sus voces en torno a una misma tradición. Ambos grupos se fusionaron para cantar las coplas por la mártir. Pero no era suficiente quedándose en Arratia. Los veinticinco miembros de esta agrupación decidieron extender los cánticos a otros municipios de Bizkaia. Makila en mano -elemento fundamental para marcar el ritmo de sus cánticos-, los arratiarras abrieron sus versos y alzaron sus voces por otros pueblos, dándose a conocer cada vez en más sitios.

En los primeros años el dinero que se recogía se destinaba al Hospital de Santa Marina de Bilbao, pero con los años decidieron enviar la ayuda económica para la Asociación de Discapacitados de Bizkaia. Desde hace un par de años, el coro de Arratia destina el dinero que recoge al Sahara, para proyectos de formación de mujeres. De hecho, en 2009, en el intermedio de un partido del Athletic en San Mamés, la agrupación cantó en compañía de una delegación de saharauis. "Un momento emotivo que no lo olvidaremos", recuerdan.

Pero no ha sido la única vez que han actuado en la Catedral, ni el único momento emotivo que guardan en sus memorias. En casi seis décadas de vida son infinidad los buenos momentos que han acompañado a los cánticos de esta agrupación vizcaina. El año 1968 fue crucial para el coro de Arratia. Un tremendo terremoto destruyó Sicilia, lugar de nacimiento de Santa Águeda. A raíz de este suceso, el coro decidió enviar el dinero recaudado para ayudar a los damnificados. Realizaron un gran esfuerzo para conseguir el máximo dinero. Aquel año el coro solicitó por primera vez al Athletic poder cantar en San Mamés y lo consiguieron. Un excelente escaparate para darse a conocer tanto en Bizkaia como en el resto de Euskal Herria. El padre Aita Juan José Nuñez Goenaga cogió las riendas de la agrupación en 1959 y la dirigió durante más de 30 años, aunque en el 69, el coro fue conducido por José Cruz Igartua, ya que fue desterrado a Madrid a consecuencia de diversas calumnias. En el año 1965 se amplió el coro con la incorporación de mujeres y niños hasta llegar a formar un grupo mixto de 60 personas. Progresivamente la agrupación fue también aumentando el número de actuaciones y amplió su recorrido por diversos rincones de Bilbao. Miles de golpes de makila han marcado el ritmo y el largo recorrido de este coro con historia cuya cadencia rubrica desde hace unos años Miren Bernaola. Todos los años son cientos los ciudadanos que esperan escuchar a este emblemático coro que el año que viene cumple 60 años. Este fin de semana las celebraciones de Santa Águeda siguen. Hoy, en las ermitas de toda Bizkaia se oficiarán misas y se celebrarán romerías en su honor.