Aún poseído por la tristeza de ver a un compañero de armas malherido por una lanzada al corazón -¡venga Txema, resiste; que no hay rayo que te parta!- acudo a mi viejo café de diario, al refugio caliente de esta página que me guarece del frío que hace fuera, cuando un amigo sufre y el corazón le boxea dentro del pecho. Me van a perdonar pero hoy me hacía falta el desahogo...

Pasado el trance, hoy toca hablar de los fenicios, como en las viejas clases de Historia. Se les recuerda como un pueblo mercader y abierto al mar, la principal vía de comercio de su era. Su área de influencia se extendió por medio mundo; en un confín desempeñaron el papel de agentes e intermediarios entre Occidente y Oriente -controlaban, por tierra, las rutas de las caravanas del desierto en Damasco- y de cara al mar fundaron, alrededor del Mediterráneo, numerosas factorías y colonias comerciales.

Todo tiene su porqué. La Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la UPV/EHU -la vieja Sarriko de toda la vida, para entendernos...- abrió sus puertas fuera del horario académico para hacer entrega de los diplomas a los becarios de internacionalización y comercio del Gobierno vasco, dos cuestiones, como comprenderán, muy propias de la civilización mesopotámica de la que les hablaba. En presencia del consejero de Industria, Innovación, Comercio y Turismo, Bernabé Unda, del vicerrector del campus de Bizkaia, Carmelo Garitaonaindia, de la viceconsejera, Pilar Zorilla y del decano de la Facultad, Arturo Rodríguez; ante testigos como Felipe Serrano y Jon Barrutia, guías de los estudiantes en materias tan amplias o de Catalina Chamorro, Edorta Larrauri y Maite Balmasea, directores de internacionalización, tecnología y comercio exterior, los nuevos diplomados desfilaron por el salón de grados como si estuviesen imbuidos por el espíritu fenicio antes citado, como si fuesen los descendientes de aquella remota civilización.

En aquella procesión navegaron por las aguas del comercio Izaskun Arana, Pablo Bárcena, Susana Bugallo, Laura de Miguel, Uxue Díez, Olaia Eizagirre, Erlantz Etxegarai, Virginia Fernández, Alexander García, Miryam González, David García Rueda, Miriam Huidrobo, Leyre González, Irakusne Incierte, Saray Jiménez, Estibaliz López Herreros, Ane Madina, Cynthia López, Iwona Zawadzka (gracias a Dios no es una crónica leída y no tengo que pronunciarlo...), Iñigo Núñez, Juan Manuel Martín, Ziortza Urkiza, Mikel Zabaleta, Beatriz Ruiz de Azua, Vanessa Pérez Durán, Mikel Serrano, Verónica Tornero, María San Francisco, Luz Tudanca, Celia Utrera o David Vélez entre otros. Lo hicieron para recibir el pasaporte que les acredita como gente bien formada en las artes y mañas del comercio.

Un documento similar, en este caso para acreditar la maestría en el arte de la internacionalización, recibieron Paulo Henrique Abasolo, Sandra Capellán, Estibaliz Bengoetxea, Cristina Alonso, Jon de Ellacuria, Emilio Garbayo, Amaia Goñi, Oscar Cervantes, Ander Gutiérrez, Olaia Jaio, Sergio Etxezarreta, Ainhoa Garro, Jason Besga, las cuatro amigas Iratxe Uzkiano, Sara Tena, Nagore Navarro y Amaia Ruiz de Eguino, Santiago Benito, Andima Elorrieta, Maider Legorburu, Iñigo López, Ekaitz Moral, Asier Martínez de Alegría, Carla Redondo, María del Puy Ruiz de Alda, María Virón, Guillermo Ulrich, Ohiana Santibáñez, Álvaro Sotomayor, Alaitz Uriarte y Juan Vicuña.

Atenta a cuanto ocurría en el acto académico, Maribel García, Iñaki Ezkerra, Zuriñe Simón, Jon Morelló, Julene Segurado, Janire Bilbao, Gorka Belauste, y un sinfín de amigos disfrutaron de una tarde de marcado acento emocional, mientras en el exterior del Salón de Grados se celebraban comicios entre los estudiantes para elegir a sus representantes. Y Txema en cama, con pena de no verlo.