El pequeño núcleo de Kobaron, con apenas 130 vecinos empadronados, es prisionero de sus propias posibilidades. Anclado entre el mar y la autovía A-8 , este conjunto de casas, más bien desperdigadas, alberga en sus límites territoriales uno de los parques naturales más singulares de la costa de Bizkaia, Itsas Lur. Allí, agua y mineral casi se tocan, producto de una explotación que ha dejado regalos envenenados asomando a los acantilados.
"Aquí viene todos los fines de semana mucha gente para disfrutar del parque Itsas Lur, pero muchos se dan la vuelta porque no tienen dónde aparcar", señala Miren, la titular de uno de los dos únicos establecimientos hosteleros de este barrio, agitado en los últimos tiempos por la apertura de un centro de menores penados dependiente del Gobierno vasco y la autorización de relleno de las antiguas explotaciones mineras de Maclennan.
"Resulta que, como estamos dentro de un área protegida, no podemos pedir licencias urbanísticas para reparaciones o ampliaciones, pero la Diputación y el Ayuntamiento hacen una rotonda para el relleno o una casa de cultura que nadie ha inaugurado aún y no pasa nada", tercia un vecino de Muskiz, habitual en el barrio.
Y es que hablar de urbanismo en Kobaron es mentar la soga en casa del ahorcado, máxime cuando algunos vecinos como Antonio muestran fotografías donde el agua de lluvia se cuela en su casa. "Levantaron el suelo sin preocuparse de hacer una recogida de pluviales", apunta.
No es, sin embargo, esta reclamación la que concita mayor unanimidad entre los vecinos en este núcleo, al que Bizkaibus dejó huérfano de una de las dos líneas regulares que le comunicaban con el Bilbao metropolitano. Y esto ha supuesto más de un quebradero de cabeza para trabajadores que se desplazan a Ezkerraldea.
"Cuando hicieron la rotonda, nos dijeron que, en compensación, nos iban a asfaltar las calles. La rotonda está hecha pero, ¿tú has visto el asfalto? Yo tampoco", resalta Miren, que, al igual que otros contertulios, apunta a la necesidad de otras infraestructuras para este barrio que cada fin de semana se convierte en un escaparate de zapatillas de deporte y de botas de monte que recorren la senda entre Pobeña y Kobaron.
"Hace falta que se habiliten más plazas de aparcamiento porque esto en verano se pone hasta arriba de coches y la Policía se hincha a poner multas, lo que espanta a los visitantes", comenta Jose Mari, antiguo trabajador de las minas de hierro y de plomo, propiedad de la familia Maclennan.
Y es que a los vecinos de Kobaron les gusta que vaya gente a ver sus tesoros naturales presentes en Itsas Lur. Vestigios de un intensivo laboreo minero, que incluía el desaparecido cargadero sobre los acantilados, hornos de calcinación, antiguos planos inclinados, restos en definitiva de una historia socioeconómica "que está totalmente dejada de la mano de Dios y que por la noche es una auténtica boca de lobo porque no hay iluminación", denuncian los vecinos.
Asadores rotos, vallas utilizadas para hacer barbacoas o restos de suciedad, son algunos de los rastros visibles en un parque, declarado como tal en 1996, que adolece de "una vigilancia más intensa para evitar los desmanes que estamos acostumbrados a ver", reseñan los contertulios residentes en el barrio. "Yo comprendo que no se puede hacer todo a la vez y que se van haciendo cosas, pero aún falta mucho por hacer", reclaman.
Una de esas apuestas de futuro pasa por dotar de actividad a los locales de la casa de cultura del barrio, el antiguo euskaltegi, "ya que, aunque la juventud prefiere irse a Muskiz u otras localidades cercanas, ahora hay aquí cerca de una docena de niños que no tienen alternativas de ocio más que un parque de segunda mano", aseguran.