Su mundillo es casi tan grande como ella, pero eso no amilana a la simpática Alazne Fuou Nebreda De Andrés, una risueña niña de cuatro años, que ayer fue reconocida como la encajera más joven presente en el encuentro de estas artesanas, celebrado en el puerto de la localidad de Santurtzi.

Junto a ella, Aurora García Coloma, de 86 años, era presentada como las más veterana de esta cita artística, que atrajo a cerca de 600 mujeres procedentes de diversas localidades de Euskadi, así como de Zaragoza, La Rioja, Cantabria, Zamora y, por primera vez, de la localidad extremeña de El Acebo.

Atenta a los múltiples alfileres que ha clavado en el mundillo (el soporte sobre el que se ejecuta el bolillo), Alazne se centra en los giros y los cruces del hilo de los casi 20 bolillos con los que pretende confeccionar una regalo. "Estoy haciendo una pulsera para mi aita, con los colores del Athletic", confiesa, al tiempo que advierte de que "también le voy a hacer un abanico a mi ama".

Sólo lleva un año haciendo bolillo y ya demuestra muy buenas maneras en este arte, "porque es muy perfeccionista", revela Angélica, su profesora en la santurtziarra asociación de vecinos de Mirabueno, a la que acude tras sus clases en la ikastola.

Un año también es el tiempo que lleva Aurora cautivada por este arte de origen incierto, que algunos sitúan en Venecia, y por cuyo reconocimiento pugnan también otros países, "aunque en Bélgica están las mejores piezas clásicas de esta artesanía", señala Ángela Fernández, miembro de la organización del encuentro.

"Al principio, cuando empecé el cursillo en Galdakao, era difícil, pero, luego, la verdad es que te engancha, aunque hay que tener paciencia", señala la veterana Aurora, mientras, a su vera, Alazne completa otro de sus puntos y mueve con destreza el alfiler del siguiente giro. "Siempre, siempre se empieza con la mano izquierda y siempre siempre se gira hacia la izquierda, aunque sea con la mano derecha", reza una chuleta que algunas alumnas de Charo Gallego, tienen pinchada en sus mundillos, algunos de ellos con cerca de 90 bolillos con los que labrar auténticas obras de arte en hilatura.

Tapetes primorosos, chales imposibles, pendientes ad hoc, abanicos reinterpretados y un largo etcétera de ornamentos se pudieron ver y explicar ayer, junto a la cofradía de pescadores santurtziarra.

"Es el toque vistoso a una prenda cuyo punto más importante es el remate, porque un buen remate es lo que distingue a una buena encajera", sentencia Charo.

Ayer las encajeras compartieron una jornada de confidencias, "porque aquí nos enseñamos todas" reconocía Charo, con más de 20 años de docencia en un arte cuya máxima se resume en "giro, giro, cruce, pinchado y vuelta a empezar".