La película de Alauda Ruiz de Azúa la conmovió profundamente. “Me identifiqué con la protagonista. La escena en que las monjas le dicen ‘Aquí empezamos de cero’… eso es justo lo que yo sentí al entrar en la congregación. La autonomía respetada, la firmeza silenciosa.

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Una decisión solitaria

La película visibiliza decisiones que la sociedad suele mantener ocultas, pero son igual de válidas. Me sentí reflejada en la soledad de decidir y en la paciencia que a veces hay que tener con la familia. Si tuviera una alumna en esa situación, le diría paciencia y mucho ánimo; todo llega. A veces las relaciones familiares son impulsivas, pero lo hacen con cariño. La película me recordó a mí misma, cuando nadie me preguntó por mi pasado, y eso fue liberador”, expone.