Un acordeón, dos saxofones y el suave tintinear de las maracas llenaron este lunes por la mañana la unidad de neonatología del Hospital de Basurto. Los bebés –con apenas horas y días– pudieron escuchar música en directo por primera vez. Lo hicieron del mejor maestro; el artista portugués Paulo Lameiro, quien, tras sus recitales para neonatos en el Euskalduna durante el fin de semana, ofreció un gesto altruista en el hospital bilbaino junto a la Bilbo Orkestra Sinfonikoa.

Recital lleno de dramatismo y emotividad

Los recién nacidos no fueron los únicos sorprendidos. Amas, aitas y profesionales sanitarios pudieron disfrutar de un recital tranquilizante en un entorno donde el dramatismo y la emotividad están a la orden del día. Los progenitores observaban atentos cómo los siete músicos convertían la sala de incubadoras en un escenario artístico de primer nivel. Las coristas armonizaban con el acordeón y los saxofones, mientras una bailarina se movía entre las camillas jugando con una tela que flotaba al ritmo de la música. En un momento, una de las integrantes tomó unas castañuelas, creando un instante inesperado que capturó la atención de todos.

50 minutos de armonía

La iniciativa cerraba la serie de conciertos para bebés de este año. Paulo Lameiro quiso devolver la confianza así a la sociedad vizcaina, entrando en uno de los rincones más humanos del hospital. 

La performance duró 50 minutos, durante los cuales los profesionales evidenciaban la importancia de la música más tranquila para los neonatos. “Los recién nacidos desarrollan la audición hasta los tres años. La música no solo es agradable, sino que puede mejorar el neurodesarrollo y fortalecer los vínculos familiares”, explicó Ana Gutiérrez, supervisora de la unidad neonatal.

Un respiro de calma y tranquilidad

Por su parte, Olatz Larrañaga, neonatóloga, destacó los beneficios de esta experiencia en un entorno tan ajetreado y ruidoso.“Alarmas, respiradores, tonos de voz… Los pequeños canalizan ese ruido con estrés y gastan energía que necesitan para crecer. La música aporta calma y normalidad, beneficiando a los niños, a sus familias y también a los profesionales”, señaló.

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Alberto Roque y José Lopes tocaron saxofón, Pedro Santos el acordeón, Sara Franqueira hizo de figurinista y los coros de Isabel Catrino y Cristiana Francisco llenaron la sala de armonía. Cada improvisación dirigida por Lameiro buscaba algo más que sonido: devolver la conexión paternofilial a las familias que se encuentran en un momento ilusionante, pero no siempre tranquilo. “Desde el cuarto mes de gestación los humanos escuchamos el mundo. La música en esta sala ayuda a los bebés, les ofrece un vínculo con sus padres y permite a los profesionales un instante de calma dentro de la rutina intensa del centro médico. Las melodías son vida y son emociones”, indicó el director artístico a la salida. Un gesto, que se convirtió en un respiro.