La protestas protagonizadas por los vecinos del muelle de Marzana en los últimos meses han provocado que sea el nuevo foco cuando se debate sobre la convivencia entre la actividad de la hostelería y el descanso de los vecinos. No obstante, durante el pleno municipal de este jueves, Asier Abaunza, concejal de Planificación Urbana, Proyectos Estratégicos y Espacio Urbano, ha recordado que el muelle de Marzana fue objeto de una modificación de ámbito específico en materia de licencias de hostelería, no conforme a la norma general del conjunto de la ciudad, "sino en aquella en la que se restringieron las nuevas actividades de hostelería en el ámbito del PER del Casco Viejo y establecimos un límite a las licencias de hostelería". De esa manera, ha afirmado que se decretó el número máximo de licencias para Marzana y no se ha superado con respecto a lo que se estableció".

En ese sentido, el concejal ha emplazado a los grupos de la oposición a recordar cómo era el muelle de Marzana. "El primer negocio de hostelería que abrió fue el restaurante Mina y se le consideró un valiente por abrir un negocio de calidad en una zona en la que solo había drogadictos y gente de mal vivir. Nadie quería pasar por Marzana", ha asegurado el edil, quien ha señalado que a través de Surbisa se hizo "una potente inversión de reforma de todos los muelles" y, tras la apertura del Mina, se fueron otros abriendo negocios "hasta el punto de conseguir darle la vuelta completamente a la zona de forma que un punto negro se convirtió en un punto super atractivo".

Estas afirmaciones las ha realizado durante la petición del PP de replicar el modelo de las ecoterrazas sostenibles que Valencia ha dispuesto en Russafa, uno de los barrios con más hostelería, con el objetivo de disminuir los niveles de ruido generados por el ocio con mobiliario y materiales sostenibles​ y discos y sombrillas realizadas con materiales fonoabsorbentes. No obstante, su propuesta no ha prosperado. Mientras el equipo de gobierno ha mostrado su rechazo, desde EH Bildu y Elkarrekin Bilbao han apostado por esperar las conclusiones del proyecto piloto iniciado en la capital levantina. "No nos consta la efectividad real de estas medidas", ha expresado Ana Viñals, portavoz de Elkarrekin Bilbao.

En lo que todos han estado de acuerdo es en reconocer la transformación que la hostelería ha provocado en el muelle de Marzana. "Hay ocho bares en 150 metros", ha evidenciado Karlos Renedo, concejal de EH Bildu, quien ha declarado que hace una década la situación era bien distinta. "Marzana no tenía terrazas, ni era una zona de poteo", ha recordado, por su parte, Paula Garagalza, concejala del PP, sobre la zona cuyos vecinos han protagonizado varias protestas contra el ruido del ocio en los últimos meses. "Creemos que el Ayuntamiento debe priorizar el descanso de los vecinos. Percibimos total flexibilidad y el derecho al descanso se queda en un cajón", ha expuesto Viñals.