El arquitecto César Sans Gironella falleció en Bilbao en mayo de 2022, a los 91 años, tras una extensa y comprometida trayectoria profesional que dejó una profunda huella en el paisaje urbano de Bizkaia. A lo largo de décadas, su labor marcó el desarrollo arquitectónico de muchos municipios de la provincia, desde Barakaldo hasta Getxo, con miles de proyectos que abarcan desde viviendas y colegios hasta espacios públicos, centros religiosos y equipamientos culturales. Es padre del también arquitecto Julio Sans, que se ha encargado de la rehabilitación del Palacio Seberetxe de Bilbao durante los dos últimos años.

Uno de los proyectos más emblemáticos de su carrera fue el grupo escultórico conocido como 'La Rana', ubicado en la Herriko Plaza de Barakaldo. Fue erigido en un tiempo récord en 1964, cuando Sans ejercía como arquitecto municipal de la localidad fabril. El encargo surgió como una respuesta urgente ante la inminente visita de Francisco Franco, lo que requería una intervención urbana significativa en apenas semanas.

Para ello, Sans contactó con el ingeniero Félix Candela, pionero en el uso de las estructuras paraboloides hiperbólicas, quien aportó sus conocimientos en los cálculos estructurales. El resultado fue una obra singular, de gran belleza formal, que se integraba de manera armónica con la nueva plaza pública.

César Sans, en su estudio. Cedida por Julio Sans

La estructura fue ampliamente valorada tanto por su valor estético como por su resolución técnica. Sin embargo, en 1997, y pese a informes técnicos que aseguraban su solidez incluso tras la construcción de un aparcamiento subterráneo bajo la plaza, el gobierno local ordenó su demolición durante la madrugada del 13 de agosto, una decisión que generó incomprensión entonces y que sigue siendo cuestionada más de dos décadas después.

Durante los más de siete años que ocupó el cargo de arquitecto municipal de Barakaldo, Sans impulsó numerosos proyectos urbanos, residenciales, cívicos y educativos. Su papel fue clave en la modernización de la ciudad y en la creación de nuevos espacios públicos que respondieran a las necesidades de una sociedad en transformación.

Tras abandonar el ámbito público, Sans se asoció con su hermano José, también arquitecto, con quien compartió estudio hasta el fallecimiento de este en 1982. A partir de entonces, continuó su labor profesional en solitario hasta que, en 2007, inició una nueva etapa trabajando codo con codo con su hijo, el arquitecto Julio Sans Gutiérrez, bajo el nombre de Estudio SG2A (Sans Gironella Gutiérrez 2 Arquitectos). Juntos desarrollaron múltiples proyectos, consolidando una trayectoria familiar vinculada a la arquitectura durante más de medio siglo.

Unos 1.400 proyectos en Bizkaia

Según relata su hijo, su padre llevó a cabo "unos 1.400 proyectos en Bizkaia: veinte colegios, la Universidad de Deusto, la Facultad de Teología, el Colegio Ave María…”. Su relación con la Universidad de Deusto fue particularmente intensa. Desde 1963, participó en la transformación de la Capilla del Hermano Gárate en aulas de docencia, la construcción de los Colegios Mayores, y más tarde, en la remodelación del Salón de Actos de la Comercial, una intervención reciente encargada por la Fundación Vizcaina Aguirre, que da continuidad a su vinculación con la institución a lo largo de décadas.

La Universidad de Deusto, en una imagen antigua. Cedida por Julio Sans

Otro de sus legados más visibles es el Hotel Igeretxe, frente a la playa de Ereaga en Getxo. Este edificio modernista, diseñado en 1912 como balneario por el arquitecto Antonio Araluce, llevaba años abandonado cuando Sans decidió intervenir. En colaboración con el arquitecto José María Smith Solaun, el arquitecto técnico José Manuel Hermosa y la decoradora Tatiana Echevarría, impulsó la propuesta "Salvar Igeretxe", una ambiciosa iniciativa de rehabilitación patrimonial.

Su visión recuperaba el edificio como un espacio clave para el ocio costero, incorporando vestuarios, duchas, baños, zonas de picnic y servicios de alquiler de sombrillas y sillas. Por las noches, se concebía como lugar de celebración, y en la planta superior se proyectaba un hotel con comedor y residencia para el gerente.

Gracias a esta intervención, el Igeretxe evitó su demolición y fue restaurado a finales de los años 80. Aunque ha pasado por varias reformas y cambios de propiedad desde entonces, hoy es un hotel de cuatro estrellas, considerado un referente en la zona.