Hasta 133 calles, avenidas, plazas y puentes de Bilbao de las casi 750 arterias urbanas existentes entonces cambiaron su nombre entre 1980 y 1983 por mandato de las dos primeras corporaciones municipales democráticas. Una variación de denominaciones que quiso erradicar la huella franquista de décadas en el callejero de la villa tras la finalización de la Guerra Civil y que estaba muy asentada en el conocimiento popular de la ciudad.

Tan numerosas fueron los variaciones, y tan difícil fue interiorizar las mismas entre la población de la villa, que el Ayuntamiento de Bilbao se vio obligado a editar una guía de mano para facilitar a los vecinos el aprendizaje y que se fueran acostumbrando a esas nuevas denominaciones.

Una agenda que fue repartida a miles por la ciudad y que además de estar escrita en castellano y euskera, también se presentaba en inglés, con afán de ayudar a los pocos visitantes extranjeros que hace más de cuatro décadas ya se acercaban a Bilbao.

La labor de renombramiento para eliminar del callejero a todos los falangistas y militares sublevados en 1936 así como a los tercios y agrupaciones que participaron en la toma de la capital vizcaina se acometió en dos fases. La inicial, de la mano de la primera corporación democrática que eligió al jeltzale Jon Castañares como alcalde. La segunda, con el siguiente equipo local de gobierno liderado por José Luis Robles Canibe, que fue quien editó la referida guía.

En la primera fase se implementaron un total de 70 denominaciones nuevas desapareciendo otros tantos nombres relacionados con la contienda. Ello ocurrió al año siguiente de ser elegida la primera corporación en las elecciones municipales de 1979. Por ejemplo, Banderas de Vizcaya pasó a denominarse Telesforo Aranzadi, Gregorio Balparda se renombró como Autonomía o Tercio Ortiz de Zarate se cambió a Juan de Garay.

Los puentes, elementos básicos para las circulaciones urbanas, arrinconaron para siempre sus nombres fascistas y solo se mantuvo el de San Antón que fue respetado en la dictadura. Desde aguas arriba, el actual puente de la Ribera era llamado anteriormente pasarela Coronel Ortiz de Zarate, el puente de la Merced estuvo dedicado al general Sanjurjo y el puente de la Victoria evolucionó para ser conocido, como ahora, por puente del Arenal.

El denominado puente de Begoña antes de entrar los franquistas en Bilbao fue bautizado como el del General Mola, denominación que paso a la historia con la democracia para ser nombrado ahora simplemente como puente del Ayuntamiento. Este es un ejemplo de cómo se bautizaron con nuevos nombres espacios que se llamaban de otra forma antes de 1937.

El último paso sobre la ría entonces, que conectaba el Ensanche con Deusto, recogió el nombre de la vieja anteiglesia en lugar del nombre odiado por muchos: puente Generalísimo Franco.

La guía es una joya para conocer el Bilbao de 1984. B. Guerrero

De todos estos cambios se encargó una Comisión de Estadística y Asistencia Técnica, compuesta por 28 personas, y que tuvo como criterios principales eliminar aquellos nombres que presentaran una clara incompatibilidad con los principios democráticos, así como recuperar las denominaciones existentes en la villa con anterioridad a la contienda.

Una prueba de esto último es el caso de la avenida de José Antonio Primo de Rivera que retomó el nombre previo, el del fundador del PNV, Sabino Arana. Igual caso ocurrió con la plaza de La Casilla, que durante más de 40 años se conoció como plaza Calvo Sotelo o la plaza de los Mártires, denominación que se enterró para retomar la tradicional de plaza Nueva.

También hubo casos en que se mantuvieron el nombre como la calle Navarra, que antaño se conocía por la calle de La Estación. Y hubo un número reducido de denominaciones que permanecieron, bien porque las personas en cuestión acumulaban méritos suficientes al margen de la Guerra Civil, como Pedro Eguillor, o bien porque se trataba de nombres portadores de una doble memoria. Así fue con las calles Monte Saibigain o Peña Lemona lugares que fueron escenarios de duros combates en 1937 y que en la memoria de los vencidos de la guerra ocupaban igualmente un lugar de honor, como en la de los vencedores.

Llama la atención cómo en el mapa que recoge la guía permanece el nombre de la avenida del Ejército, la que atraviesa los barrios de Deusto, Ibarrekolanda y San Inazio. Esta arteria no cambió de nombre hasta junio de 1990, fecha en la que asumió el actual, el del primer lehendakari del Gobierno vasco, José Antonio de Aguirre,

En la presentación de la guía, que expone en su portada la fachada de la basílica de Begoña, el alcalde José Luis Robles esperaba que el documento fuera “un instrumento práctico de uso y consulta para todos los vecinos de la Villa”. Y es que además de la relación vieja y nueva del callejero también quedan reflejados en un mapa dividido en 19 páginas los nuevos límites municipales de Bilbao “tras la circunstancia de la reciente desanexión de los municipios de Derio, Erandio, Sondika y Zamudio”, especifica el texto del alcalde Robles.

Este cambio sustancial para la metrópoli bilbaina ocurrió el 1 de enero de 1983 y por el mismo la vieja capital vizcaina volvía a su perímetro previo. Los cambios en el callejero fueron calando poco a poco hasta llegar a nuestros días manteniéndose todas esas denominaciones y desterrando para siempre el pasado franquista.

Como concretaba el primer edil “es un intento de mayor aproximación a nuestros convecinos y a cuantos nos visitan”, con el fin de “conocer con rigor y carácter oficial la orografía y situación del ‘Bocho’”.