Más de un bilbaino podría llevarse una sorpresa al consultar la página GeoBilbao, un portal que ofrece información diversa y variada de la ciudad –desde el mapa acústico, a la ubicación de las cámaras de tráfico o de los puntos wifi–, y comprobar que en el edificio donde reside se ha detectado amianto. El rastreo llevado a cabo a través de la ortofoto de 2022 confirma que la presencia de este material altamente contaminante es elevada en Masustegi, por ejemplo, edificado en la década de los sesenta con las viviendas de construcción rápida, o en zonas de pabellones industriales como Zorrotzaurre o Bolueta. Sin embargo, la teledetección también apunta a algunos edificios residenciales del siglo XIX del Casco Viejo.

¿Y cómo es posible? Javier Martínez Callejo, director de Planificación Urbana, explica que aquellos edificios con más posibilidades de contener amianto son “básicamente aquellos que se construyeron entre los años 40 y los 60”. En ese sentido, apunta que “coincide con el mayor desarrollo constructivo de la ciudad de Bilbao” y “es lo que motiva que haya habido tantos registros”. No obstante, que su uso fuera extendido a partir de mediados del siglo XX implica que se haya podido emplear en reparaciones de cubiertas de edificios del Casco Viejo construidos décadas atrás. Su prohibición, producida de manera progresiva desde 1984 hasta 2001, provoca que todos los edificios construidos desde esa fecha estén libres de este material tóxico.

Así, en el mapa de GeoBilbao, puede verse cómo barrios enteros como Miribilla, desarrollados a partir del año 2000, no cuentan ni un solo registro de amianto. Aunque prácticamente tampoco hay indicios en otras zonas de la ciudad como Txurdinaga o Santutxu, por ejemplo. Cabe recordar, no obstante, el trabajo previo realizado por el Consistorio para ir tramitando expedientes relacionados con la retirada del amianto en los años anteriores a la elaboración del censo, lo que ha dado como resultado que la cifra final de 770 registros sea más baja que la que podría ser. En 2019 se tramitaron 24 expedientes; en 2020, 21 expedientes; en 2021, 21 expedientes... Así es como el amianto ha ido reduciendo su huella en la ciudad.

Si Bilbao cuenta, en proporción, con más edificios que contengan amianto que otros municipios es una cuestión que deberá responderse a futuro. “En general el crecimiento de los municipios en todo Euskadi fue entre los 50 y los 60, en el periodo expansionista. El amianto se utilizó durante el desarrollo industrial de Euskadi, pero quién más, quién menos... no se puede saber. Se podrá concluir cuando el Gobierno vasco recoja los datos de todos los municipios para hacer estadísticas confrontado con el número de viviendas”, considera Martínez Callejo, quien, sin embargo, opina que dependerá también de cómo elabore cada localidad su propio censo.

En cualquier caso, el director de Planificación Urbana hace un llamamiento a la tranquilidad. “El amianto es un material peligroso si se inhalan las fibras y eso se produce al manipularlas. En una bajante de un baño, por ejemplo, si no hay ningún tipo de manipulación no causa ningún problema para la persona usuaria de la vivienda”, explica. No obstante, considera que “hay que ser conscientes de dónde está para que se vaya limitando y se evite que los operarios o técnicos en un proceso de reforma lo manipulen el día de mañana sin saber que está extendida su presencia. Ningún particular debería manipular el amianto”, afirma sobre este material que, a la larga, años después de su exposición inicial, puede producir dificultad para respirar o incluso cáncer del pulmón.