Las residencias de estudiantes de Bilbao dejarán de quedarse desiertas durante la época estival. La modificación del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) que plantea el Consistorio prevé que estos equipamientos puedan destinarse a los turistas por un máximo de tres meses durante el verano. Esto permitiría un uso más racional de los edificios que en julio y agosto, sobre todo, quedan desangelados sin provocar un perjuicio a la oferta de alojamiento tradicional de la que se nutren los residentes de la ciudad. Esta es una de las novedades de la modificación que regulará por primera vez las viviendas colectivas, así como otro tipo de alojamientos.

El uso de residencias de estudiantes con fines turísticos que permiten amortizar las camas cuando la ocupación es residual es una práctica extendida en otras ciudades. De hecho, el plan urbanístico aprobado por el Ayuntamiento de Barcelona en 2016 ya contemplaba el otorgamiento de un doble permiso a las residencias para alojar a no estudiantes. No obstante, esta práctica no ha estado exenta de polémica en la ciudad condal, donde se ha denunciado la existencia de residencias clandestinas que funcionan como hoteles. De hecho, los vecinos de barrios como el Poble Nou critican que esta práctica alimenta la gentrificación.

Huelga decir que el número de residencias de Barcelona está muy alejado del de Bilbao, donde apenas se cubre la demanda de los estudiantes. Por ello, es poco probable que su destinación turística en época estival vaya a suponer un problema en la villa. De hecho, Asier Abaunza, concejal de Planificación Urbana, Proyectos Estratégicos y Espacio Público, recordó ayer que la residencia de estudiantes abierta donde se ubicaba el antiguo colegio Ibaigane, en Sarriko, cuenta también con doble licencia.

En todo caso, la nueva normativa vendría a regular un vacío legal existente. Y, de esa forma, detalló que a partir de la modificación del PGOU las residencias de estudiantes podrán ser compatibles con el uso de alojamientos turístico. No obstante, la normativa concreta que deberá ser por un máximo de tres meses en periodo estival y, a su vez, decreta que se deberá garantizar un mínimo de sus plazas de forma permanente para estudiantes. Ese mínimo se sitúa en un 30% de estudiantes, que podrán convivir con turistas en los meses de verano.

Paralelamente, la nueva normativa introducirá condiciones mínimas de habitabilidad y de diseño no solo aplicables a viviendas colectivas, sino también a hoteles, apartamentos turísticos... Asimismo, pretende clarificar criterios en torno a otro tipo de modalidades de alojamiento, donde se englobarían propuestas como cohousing, también conocido como vivienda colaborativa. En ese sentido, el nuevo PGOU contemplará que solo puedan establecerse en parcelas de uso residencial.

En lo que respecta al coliving o las residencias comunitarias, se distinguirán entre las que no estén ligadas a equipamientos o entidades de interés público (se equipararán a uso residencial) de las ligadas a equipamientos o entidades de interés público (uso equipamental, compatible con terciario y residencial). Precisamente, este formato en el que se unen la vivienda temporal y el espacio de trabajo comunitario es uno de los que más interés está despertando en los últimos años. Fue el pasado agosto cuando el grupo alicantino Marjal anunció que transformará el edificio ubicado en Ibarrekolanda número 19 para inaugurar 62 estudios destinados al coliving, una propuesta que Bilbao Hostel ofrece en la ciudad desde hace un par de años. l