Síguenos en redes sociales:

Dieciocho jóvenes inician su formación como maquinista en Bilbao

Hay múltiples motivaciones para querer ser maquinista de tren. Tradición familiar, pasión por el mundo ferroviario o simplemente asegurarse un futuro profesional

Dieciocho jóvenes inician su formación como maquinista en BilbaoOskar Gonzalez

"Hay mucho friki de los trenes", reconoce Arkaitz Hernández, responsable de la escuela de maquinistas de Bilbao que este pasado mes de septiembre ha arrancado un nuevo curso en las dependencias que Renfe tiene en la estación de Abando.

La ensoñación de muchos críos que les regalaron de pequeños un tren eléctrico y que se apasionaron por el mundo ferroviario todavía sigue latente en estas nuevas generaciones que están relevando a los maquinistas veteranos. “Ya quedan muy pocos mayores porque se han ido jubilando”, indica el director del centro.Bilbao forma parte de los 11 campus que Renfe tiene en diferentes capitales del Estado donde cada año imparten cursos para un total de 300 candidatos a maquinistas.

En total, van a ser 1.150 horas de clase, un curso académico habitual que inundará de conocimientos ferroviarios hasta el próximo mes de julio a 18 alumnos, quince de ellos hombres y también tres mujeres, la mayoría jóvenes. Un periodo lectivo en el que los primeros siete meses tienen la teoría como base esencial y tres meses últimos donde los aprendices montarán en los trenes para hacer prácticas reales acompañados, claro está, de maquinistas veteranos.

Aspirar a manejar cabezas tractoras ferroviarias no es nada barato. La compañía ferroviaria cobra 21.200 euros a cada alumno, aunque facilita ayudas para aliviar en el tiempo el coste financiero.

El proceso es similar al de obtener el carnet para conducir vehículos por la carretera. El campus de Renfe es una autoescuela donde se obtiene los conocimientos suficientes para poder manejar trenes con los que luego presentarse al examen de la Agencia Estatal de Seguridad Ferroviaria.

Este ente oficial es el que expedirá la titulación y habilitará al alumno para poder conducir por la Red Ferroviaria de Interés General.

En posesión del carnet y contratado por una empresa, el licenciado se podrá especializar en los diferentes tipos de ferrocarriles que van a guiar en la compañía para la que trabajen.

Arkaitz Hernández, responsable del centro, vigila desde su puesto como manejan el tren virtual.

Arkaitz indica que “pueden encontrar trabajo casi al día siguiente en empresas privadas que gestionan tráficos de mercancías o trenes de alta velocidad de otras compañías que no son Renfe”, en referencia a las firmas Ouigo e Iryo que explotan estos servicios desde que se liberó el tráfico ferroviario en el Estado.

Algunos de los maquinistas novatos optan por esta alternativa para contar con nómina rápida, pero la mayoría prefieren esperar a la oposición que cada año saca Renfe para cubrir estos empleos imprescindibles en su servicio. “Casi todos quieren trabajar aquí —especifica el responsable del centro educativo— porque aunque puedan pagar más en la empresa privada, en Renfe las condiciones laborales son mucho mejores”. De hecho, las firmas privadas se encuentran con el gran problema de formar a jóvenes profesionales que amplían sus conocimientos durante un par de años para luego concurrir a la oposición de Renfe y abandonar esos puestos.

El campus en Bilbao se divide en dos estancias. Un aula al estilo clásico donde se imparte la teoría y un espacio que alberga dos simuladores de última generación de una cabina de tren, que a su vez son controladas por otro puesto donde el profesor vigila la manipulación virtual del convoy ferroviario.

“En teoría tenían que ser 20 alumnos los que iban a empezar el curso pero dos al final no han sido admitidos”, explica Hernández, también maquinista que salió de la primera promoción de la escuela de Abando en 2011 y ahora imparte su sabiduría a futuros compañeros.

Responsabilidad

Han sido dos pretendientes que no pasaron el último corte tras haber superado uno previo al que se presentaron varios miles de personas en todo el Estado. “Pasan un reconocimiento médico, análisis de droga y exámenes psicológicos. Van a ser responsables del transporte de muchas personas cada día”, detalla el responsable.

A la hora de afrontar el curso, este gran compromiso es lo que más atenaza a María Mateos, una madrileña de 25 años, y a Erlantz Escudero, un joven de 21 años de Etxebarri, alumnos del campus bilbaino.

Con la memoria triste por el trágico accidente de Santiago de Compostela en el que un tren Alvia descarriló en 2013 ocasionando 80 muertos, ambos son conscientes de la importancia de su labor en ciernes.

Lo que más miedo le da a Erlantz de su vocación es “llegar a liarla. Es como si lleváramos un avión por carriles, bueno con más responsabilidad ya que se pueden transportar en un AVE hasta 400 pasajeros”, indica. Mientras habla, su compañera asiente cómplice y dice que “en nuestro futuro trabajo la responsabilidad de llevar viajeros es muy importante”.

La inscripción de ambos en el campus cuenta con diferentes orígenes. María, presente en Bilbao ante la imposibilidad de inscribirse en Madrid, reconoce que ha llegado porque “conocidos que han entrado te lo recomiendan, es una oportunidad laboral que da mucha estabilidad”.

Por su parte, Erlantz reconoce que “desde pequeño he tenido devoción por los trenes, me encantaban los de madera. De hecho he cambiado mis estudios para al final acabar aquí”.

Sobre cómo afrontan el curso, la joven indica que “los días que llevamos es muy interesante lo que estamos aprendiendo y los profesores dan muy bien la materia”.

Han empezado con temas de reglamento y legislación y proseguirán con conocimientos mecánicos básicos porque “hay gente que viene y no tiene ni idea de trenes”, apostilla el director. A continuación se incidirá en el frenado, los trazados ferroviarios y qué supone la vía. Todo ello salpicado de prácticas virtuales. De hecho, María y Erlantz han sido los primeros de clase en sentarse ante los simuladores con el objetivo de posar para las fotos de DEIA “y trastear ya un poco con los mandos”, indica sonriente Erlantz.

A la hora de elegir tren a dirigir María lo tiene claro. “Me gustaría pilotar un AVE en largas distancias, me llaman más la atención”. Su compañero no rechaza los AVE aunque es ambicioso y asegura que “me gustaría probar todos los trenes” reconociendo que “me atraen mucho los de Cercanías, por estar al lado de casa”.

La automatización con que cuentan en las actualidad las cabezas tractoras ferroviarias y el control de los convoyes desde los puestos de mandos ferroviarios de las compañías puede suponer que ser maquinista sea un trabajo aburrido pero Erlantz considera que no. “Son ayudas importantes y cuanta menos tecnología haya más oportunidades de liarla. Igual es más bonito, desde un punto de vista filosófico, manejar el tren de forma manual, pero cuando más se deja hacer al humano, más errores se pueden cometer”, reflexiona. Por su parte, María cree que a pesar de ello “siempre vamos a tener que estar vigilantes en la vía y no te puedes distraer nunca”.