Ya lo decía Andrés Ortiz cuando decidió abrir Ultramarinos Ortiz en el año 1925: “Ofrece buena atención al público, gaste lo que gaste”. Un mensaje que mantienen vivo Javier, Inés y Mikel Ortiz. Ellos son la tercera generación de Ultramarinos Ortiz, negocio que en la actualidad es conocido como El Arratiano. ¿Por qué esta denominación? Simple, en honor al aitite de los actuales propietarios que llegó a Bilbao procedente de Arratia.

En la actualidad, a un año de cumplir el centenario, las vitrinas del negocio lucen productos de gran calidad. Entre los artículos estrella del negocio instalado en la calle Colón de Larreategi número 27 se encuentra el bonito y las anchoas del norte

INICIOS COMPLICADOS

Pero, pese a que la calidad que ofrecen en la actualidad sea exquisita, no fueron unos inicios fáciles para la primera generación. Los hermanos recuerdan como después de la Guerra Civil, en plena época de racionamiento, su aitite conseguía aceite de estraperlo a través de Artxanda. En aquella época no estaba permitida esta práctica por lo que tenía que esconderlo.

Era aquella una época que la no había poder económico, por lo que a todos los clientes les daban aceite a cambio de otros productos. De esta manera fue como Andrés Ortiz salió adelante, con muy pocas cosas.

Inés Ateaga y Andrés Ortiz fundaron Ultramarinos Ortiz el 25 de julio de 1925 Cedida

Para que la capacidad económica del negocio aumentase, reciclaba las latas que llegaban llenas de carne desde Argentina para vendérselas a las fábricas y que estas tuviesen materia prima con la que poder trabajar. Javier, Inés y Mikel recuerdan que empezaron de la nada y ahora están a punto de cumplir cien años en activo.

SEGUNDA GENERACIÓN

La segunda generación del entonces denominado Ultramarinos Ortiz estaba formada por Javier Ortiz –aita de Mikel, Javier e Inés– y su tío Andrés Ortiz. Ellos estuvieron durante 74 al frente del negocio familiar. Algo que marcó a los propietarios actuales del negocio eran las horas que la segunda generación invirtió en el negocio para que este saliera adelante.

De hecho, recuerdan como Javier Ortiz padre se iba de casa a las 8.30 horas y no volvía hasta las 23.00, es decir, trabajaba entre 14 y 16 horas diarias, de lunes a sábado para que el negocio que Don Andrés Ortiz había fundado en 1925 siguiese funcionando.

A lo largo de los 74 años en los que la segunda generación gestionó el negocio, se preocupaban –al igual que en la actualidad– por ofrecer al cliente el mejor producto y más novedoso del mercado. De ahí viene el mensaje que Javier Ortiz les inculcó a sus tres hijos desde bien pequeños: “Ofrece buena atención al público, gaste lo que gaste”.

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En sus años en activo, Javier Ortiz padre ha sido un hombre que ha predicado con el ejemplo. En aquel entonces viajaba en octubre a bordo de su seiscientos hasta Alicante, en torno a los 800 kilómetros, para llevar a Bilbao el primer turrón del año el cual se fabricaba por almendra nueva.

Era tal la pasión por el trabajo que tanto Andrés como Javier Ortiz mostraban que cuanto se jubilaron en el año 2014, los hijos de Javier, Mikel e Inés, fisioterapeuta y enfermera respectivamente, dejaron sus trabajos para seguir con el negocio familiar. 

Fue entonces cuando, además de reformar el edificio construido en 1850, dejó de llamarse Ultramarinos Ortiz para, en honor a la procedencia de su aitite, denominarse El Arratiano.

AMPLIACIÓN DE NEGOCIO

Javier, el hermano que más lleva en la tienda, siempre hablaba con su padre de montar algo más grande de lo que tenían. Fue el momento en el que ampliaron el negocio cogiendo el local próximo a El Arratiano y como llevaban una relación muy familiar desde hace 60 años con Goya en Bilbao, les ofrecieron poner una pastelería. Desde 2016, Goya manda el genero hecho a diario desde el obrador de Gasteiz a la única pastelería que tiene la marca en Bilbao.

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La cuarta generación está dubitativa. Son jóvenes y están estudiando pero la vida da muchas vueltas y quizá podrían ser la cuarta generación de El Arratiano.

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