Es concejala en el Ayuntamiento de Bilbao desde 2007; las últimas dos legislaturas ha estado al frente del Área de Salud y Consumo, y en junio asumió la de Vivienda. Tiene por delante un buen número de retos, entre los que destacan la aplicación del canon sobre la vivienda vacía y la aplicación de las medidas previstas en la declaración de Zona Tensionada. En ambos casos advierte de que se llevarán a cabo esta legislatura, pero no de forma inmediata.
¿Vive de alquiler o tiene piso en propiedad?
—En propiedad, a medias con mi marido. Lo compré con 29 años.
¿Es la única que tiene?
—Sí. Bueno, también tenemos, en el pueblo de mi madre, una vivienda antigua, bastante rudimentaria, pero que sirve para pasar el verano.
¿Le costó mucho pagarla?
—Muchísimo porque en el 92, los intereses eran altísimos, de más de un 16%. Éramos un matrimonio joven, eso sí, con dos trabajos que te permitían pagar la hipoteca, pero tengo el recuerdo de que trabajaba para pagar el piso. Era un poco asfixiante y no había tantas ayudas como ahora para el alquiler.
¿Por qué ahora parece más difícil acceder a una vivienda?
—Habría que analizar si los sueldos son menores en proporción a hace 30 años, pero la vivienda hoy en día es escasa y cara. Vivir en 42 kilómetros cuadrados es sorprendente; el espacio da lo que da y eso dificulta mucho la construcción.
Bilbao va a solicitar la declaración de zona tensionada en algunos de sus barrios, lo que permitirá poner limitaciones al precio del alquiler. ¿Cómo va ese proceso?
—Bien. Es un proceso lento y tenemos un trabajo de campo importante. Tenemos que recabar y analizar un montón de información: las rentas familiares de cada distrito, el precio de los alquileres... Tiene un procedimiento administrativo importante y tenemos que ver cómo podemos intervenir, con seguridad jurídica. Esperamos activarlo este mandato pero no va a ser el año que viene. Es algo nuevo y estamos todos los municipios analizando cómo lo hacemos; las leyes, al principio, requieren ajustes a la realidad.
¿Qué va a suponer?
—Me parece una oportunidad porque podemos contener el precio de los alquileres para que no se disparen. Esta ley estatal complementa la de Euskadi; sin ella, no podríamos intervenir en el precio de la vivienda. Va a evitar que una subida del alquiler hunda la economía de una familia.
¿Va a ser la panacea?
—Va a ser una de las soluciones pero el problema de la vivienda tiene muchas más cuestiones. Solo con eso no se resuelve.
¿Dónde está entonces la solución?
—La coordinación de las instituciones es fundamental; cuando el Gobierno vasco y los ayuntamientos coinciden es todo mucho más fácil. Y tener una visión de la vivienda como la mejor inversión que podemos hacer en los ciudadanos.
Otra ‘patata caliente’ que tiene que afrontar esta legislatura es la del canon de las viviendas vacías. ¿Cuándo se empezará a aplicar?
—Se tiene que aplicar en este mandato y creo que es una medida incentivadora; desde que se anunció, se ha activado en Bilbao un 24% de vivienda vacía, unas 200 de las 2.200 de las que partíamos. Espero que no se vea como un arma coercitiva; nadie le va a quitar a nadie la vivienda. Solo animamos a que entren en el mercado porque la ciudad las necesita. En Euskadi tenemos un déficit importante de vivienda y muchas vacías, pequeñas y muy viejas, con una media de 60 años. Activarlas en el mercado, con la protección que nuestros gobiernos dan al alquiler, es algo que esos propietarios deberían analizar.
Este mandato son cuatro años. ¿No se puede afinar más?
—Tenemos por delante también un procedimiento administrativo que tiene que ser garantista, un ajuste normativo importante. No podemos calificar arbitrariamente una vivienda como vacía. Y tenemos que elaborar una ordenanza. Nos preocupa muchísimo que este canon tenga seguridad jurídica.
¿Qué le diría a una persona que le da miedo alquilar su vivienda?
—Que existen programas que dan garantías de que esa vivienda va a estar bien tratada, se la van a devolver en plenas condiciones y hay una Administración que va a velar para que se cumpla el contrato. Puede que algún día decida venderla pero hasta entonces va a dar un servicio a la comunidad importante.
¿Y a la que defiende que es libre de hacer lo que quiera con su vivienda que ha pagado de su bolsillo?
—Respeto absolutamente la propiedad privada; para mucha gente son los ahorros de toda la vida, aquí no hay grandes tenedores. Pero les animaría a alquilarla porque tenemos una necesidad de vivienda importante en Bilbao, hay garantías para que esté cuidada y a ellos les reportará un dinero. Nadie se la va a quitar, va a estar en perfectas condiciones y va a dar un servicio.
Viviendas Municipales se ha convertido en una de las joyas de la corona del Ayuntamiento. ¿Cuántas personas residen en ellas?
—En esas 4.228 viviendas hay 8.596 bilbainos a día de hoy, un 2,5% de la población de Bilbao que pagan unos alquileres de entre 250 y 350 euros al mes. Es el mejor parque de vivienda social que hay en España y es importante también mantenerlo y adaptarlo: cambiar fachadas, instalar ascensores… Hay que dignificar la vida de estas personas y este año la inversión en ese ámbito va a ser extraordinaria, por ejemplo con las actuaciones en Párroco Unzueta y Torre Urizar.
¿Cuál es su perfil? ¿Ha cambiado?
—Son trabajadores con sueldos pequeños, o perceptores de RGI, con necesidades familiares que no llegan para alquilar una vivienda en el mercado libre. Hay mucha gente mayor, sobre todo en los barrios altos, pero cada vez hay más jóvenes.
¿Cuál es su estancia media? ¿Logran acceder al mercado libre o se cronifican?
—Nuestro hándicap es que apenas hay rotación, al menos, no la suficiente; está en 130 viviendas al año. Hablamos de personas vulnerables, con ingresos muy pequeños; hay personas que llevan toda la vida. Son perfiles de personas muy difíciles de activar con un empleo que les suponga ingresos suficientes. Tenemos que tener vivienda para personas que siempre van a tener esa necesidad pero también otras que permiten una mayor rotación, una ayuda mientras tanto; por eso nos parecen muy interesante los alojamientos dotacionales.
En Amezola se levantaron los primeros y ya hay más en proyecto. ¿Cómo están funcionando?
—El 25% de las familias en Viviendas Municipales son familias muy pequeñas, de 1 o 2 personas. Y entre los solicitantes, una cuarta parte tienen menos de 35 años, pero nos sorprende mucho que otro 68% está entre 35 y 65. Evidencia que la demanda de vivienda es prioritaria y la ciudadanía de Bilbao nos da la clave para saber qué tener en cuenta a la hora de hacer más viviendas; no podemos irnos a pisos de cuatro habitaciones. En este mandato sumaremos 250 a esos primeros 68; son viviendas más pequeñas, de unos 40 metros cuadrados, con zonas comunes y para cinco años. Es una palanca para gente joven recién emancipada, o personas divorciadas…
Hay una vivienda social por cada 82 bilbainos. ¿Es un motivo de orgullo o la demostración de que hay más necesidad?
—Es un ratio importantísimo, el mayor del Estado: Madrid tiene una vivienda por cada 996 habitantes; Sevilla, una por cada 336; Zaragoza, 276; Barcelona, que tiene una buena política de vivienda, uno cada 185… La que más se acerca es Málaga, con una por cada 154. La vivienda no se hace de la noche a la mañana y nosotros llevamos 105 años, fuimos pioneros en la política de vivienda. A un Ayuntamiento no le reporta ningún beneficio, es una inversión y cuesta mucho hacerla. ¿Más necesidades que en otros sitios? En Barcelona y Madrid tienen problemas de chabolismo que no existe aquí. En Etxebide hay 9.675 demandantes, y no todas ellas necesitan vivienda; hay muchos que ya tienen pero quieren vivir en otro sitio o un alquiler más desahogado.
En total en Bilbao hay unas 7.000 viviendas protegidas en alquiler, contando las del Gobierno vasco, en todos los distritos salvo en el 6, el de Abando-Indautxu.
—No se ha construido, no hay espacio; con esta nueva oportunidad que nos da la playa de vías que se vaciará con la llegada del TAV nos gustaría contar con una promoción de vivienda municipal. Es nuestro reto. Donde más tenemos es en Otxarkoaga pero con los nuevos tiempos tiene que haber en todos los espacios.
¿Hace falta más vivienda protegida?
—Sí; lo ideal sería tener el doble. La obsesión de todos los concejales de Vivienda ha sido, y es, aumentar el patrimonio inmobiliario. Insisto en que estamos en una muy buena situación comparándonos con otras ciudades del Estado, pero en Europa la vivienda social está en torno a un 9%. Y ahí tenemos un aliado importantísimo en el departamento de Vivienda del Gobierno vasco, que está invirtiendo mucho dinero en la ciudad para vivienda asequible.
¿Cuántas más necesitaría Bilbao? ¿Se han marcado un objetivo para esta legislatura?
—En colaboración con el Gobierno vasco, este mandato se van a construir unas 1.600 viviendas con una inversión de 265 millones.
¿En qué segmentos se están volcando?
—No tener vivienda es la exclusión de la exclusión; puedes dejar de comprar muchas cosas, puedes no ir de vacaciones… Pero al mismo tiempo, tenemos que compaginar esa cuestión con dar oportunidades a gente que tiene un sueldo majo pero no le llega para comprar una vivienda. Y tenemos que preocuparnos de la gente joven y su emancipación. Para todos ellos tenemos varios programas y servicios.