Quién le iba a decir hace cuatro años a María Molinueva, coordinadora de Etorkizuna Musikatan, que su proyecto sinfónico iba a reunir a 300 niños y adolescentes al ritmo de la música en el bilbaino barrio de San Francisco. El crecimiento masivo del proyecto ha derivado a la necesidad por parte de la orquesta musical de necesitar instrumentos para seguir dando alas a los músicos en potencia que forman parte de Etorkizuna Musikatan. “Empezamos siendo ocho y ahora estamos en torno a las 300 músicos, tenemos 30 nacionalidades diferentes”, señala María. El reconocido músico estadounidense Erik Nielsen aportó a la iniciativa social hace más de dos años donando una viola que resultaba ser un instrumento muy especial para él –adquirido para adentrarse en el conocimiento del instrumento– a la orquesta musical. “Hay que darles una segunda vida”, aseguraba Nielsen.

Entre los instrumentos más necesitados se encuentran sobre todo, los de cuerda, véase violines, violas, violonchelos y contrabajos. También precisan de trompetas y flautas traveseras. Estos han sido algunos de los instrumentos demandados por el proyecto musical aunque: “No nos cerramos a ninguna donación”, apunta. La llegada de instrumentos diferentes a los mencionados abriría nuevas puertas a incluirlos en la orquesta. Formar parte de Etorkizuna Musikatan es totalmente gratis, de hecho, está pensado para dar una oportunidad a aquellos que no tengan gran poder adquisitivo pero quieran ser parte de una orquesta sinfónica. “Contamos con voluntarios que dan clase y estamos completamente abiertos a todo aquel que quiera sumarse al proyecto”, proponía la directora.

Poder de la música

El poder que tiene la música social va más allá de lo que se podría imaginar. La evolución del proyecto en cuatro años ha sido asombroso. El lugar en el que comenzaron a ensayar –en su sede– se les quedó pequeño y, gracias al centro cívico de Bilbao, han llegado al centro cívico del barrio de San Francisco para desarrollar su música con mayor espacio. Además, trabajan como extraescolares en diferentes colegios. “Estamos en más de cinco colegios”, añade María.

Aunque no es un conservatorio, su objetivo es el de utilizar el arte musical para cambiar la vida y dar una oportunidad a cientos de niños y adolescentes que no tienen poder adquisitivo, no se pueden permitir comprar instrumentos ni estudiar música. “Los recursos económicos no limitan el talento de los cientos de jóvenes”, señala María, coordinadora del proyecto. Etorkizuna Musikatan comenzó en 2019 combinando la idea venezolana con los valores multiculturales del barrio de San Francisco.

Cambio de mentalidad

El proyecto de Etorkizuna Musikatan, además de formar a músicos en potencia que no tengan un gran poder adquisitivo realiza una labor que, con el paso del tiempo, logrará cambiar la mentalidad de las personas eliminando los prejuicios existentes en la sociedad. “Podemos ver la multiculturalidad como una amenaza o como convivencia”, repite María Molinueva al hablar sobre los prejuicios persistentes. Es por este motivo que la orquesta sinfónica va más allá de una simple orquesta de música. Es una demostración a la sociedad de que en el barrio de San Francisco también se encuentran pequeños músicos en potencia que no tienen gran poder adquisitivo y que gracias a este proyecto están descubriendo un nuevo mundo.

Respecto a este tema, Etorkizuna Musikatan ha logrado que treinta nacionalidades diferentes se unan con un mismo objetivo, la música. Actualmente, la falta de instrumentos sinfónicos es el único problema que tienen y que necesitan solventar para los trescientos músicos en potencia puedan seguir disfrutando de los ensayos y hagan disfrutan a todas aquellas personas que acudan a cualquiera de sus actuaciones. Sin ir más lejos, el 23 de noviembre se podrá disfrutar en el Palacio Euskalduna de Lo que de verdad importa. Será el próximo espectáculo en el que Etorkizuna Musikatan podrá reencontrarse con bilbainas y bilbainos al son de la música.